domingo, 10 de agosto de 2008

Evo y la república

Fue curioso escuchar al Presidente Morales cuando se refería a la República. Lo hizo este pasado 6 de agosto en ocasión del recordatorio de los 183 años de vida republicana de nuestro país. Y lo fue, porque es bien sabido que a Evo le incomoda la República tal cual fue concebida en los albores de nuestra independencia, es más, reniega de ella, la considera una consecuencia de la colonia y del domino español antes a 1825 y, por tanto, no comulga con sus postulados.

En otras palabras, el respeto a la soberanía popular; la ley y su imperio; la separación de poderes; la protección a las garantías constitucionales; el voto como expresión sublime de la representatividad, en fin, todo aquello que engloba a lo que hoy conocemos como República, no es parte del vocabulario oficialista que, como es sabido, es mordaz a la hora de referirse a Bolivia desde el día de su fundación.

Por tanto, me resultó especialmente jocoso el discurso presidencial cargado de un civismo pensado de boca para afuera, hilvanado de acuerdo a la presencia militar que aún guarda alguna dosis de patriotismo y absolutamente contradictorio con una metodología empleada para denostar a la República y a lo que representa. Así entonces, para Evo, sus adherentes y los movimientos que lidera, Bolivia pensada como República no es más que un proceso que hay que superar hasta la imposición de un nuevo tipo de país que refleje fielmente la estrategia colonizadora del siglo XXI encabezada por Hugo Chávez.

Responder a los cánones de la República en momentos en que está en el tapete un proyecto de Constitución donde se la niega y desconoce es, a no dudarlo, el objetivo central.

Compartirá conmigo, entonces, la notoriedad del alto grado de jocosidad que representa oír a su Excelencia echar vítores por algo que no cree y por algo que está destruyendo para dar paso a un proyecto donde en lo último que se piensa es en la República y lo que conlleva en términos democráticos. Mire usted, para muestra un botón. Mañana, 11 de agosto, toda la artillería oficialista estará concentrada en la aprobación de su Constitución, texto que, vale la pena recordar, fue aprobado en un cuartel, sin la presencia de todos los asambleístas y sin el debate que merece una norma de esa característica e importancia. Y es que la Constitución del MAS tiene una visión centralista, estatista y nacionalista, con un enfoque totalmente indígena originario campesino y con la acumulación de poder en el Estado y para él, a través de una nomenclatura erigida en torno a Evo y a la imagen que representa. Se elimina el Estado Social y Democrático de Derecho por el Estado Social de Derecho Plurinacional Comunitario, donde ya no existe la "República de Bolivia", que sabemos todos, es "sinónimo" de democracia, de separación de poderes y de respeto a las libertades y derechos constitucionales de las personas. Por si no fuera poco, en la CPE del MAS se ha categorizado constitucionalmente en "clases sociales" al boliviano de las comunidades urbanas, es decir, aquellos que viven en las ciudades capitales y en las que pertenecen a los ejes de conurbación, diferenciándolos de los pueblos indígenas y comunidades interculturales y afrobolivianas, creándose categorías de bolivianos en contradicción al valor jurídico superior de igualdad ante la ley. Además de ya no reconocer la religión católica como oficial, se ha introducido a la Wiphala como símbolo patrio y el deber de respetarla. Entenderá entonces que, una vez aniquilada la República, se producirán sucesos como por ejemplo aquel que constitucionalice la bandera asumida como propia por un sector de ciudadanos que no son la mayoría y que reciben la protección del partido de gobierno por encima del respeto a la institucionalidad republicana.

De ahí que creo no equivocarme cuando anoto que el efecto inmediato de lo que arrojen las urnas hoy, será la introducción casi "de facto" de la Constitución Política del Estado aprobada en Sucre y Oruro por los asambleístas del MAS, texto que, además del desconocimiento de la República de Bolivia como tal, lo que hace es introducir una serie de tópicos que van más allá del respeto irrestricto de libertades y garantías constitucionales toda vez que, en todas las áreas, el control absoluto del Estado o, lo que es lo mismo, de Evo y el MAS sin República, será la receta diaria en una lógica donde el poder no se comparte, donde el que no piensa como el gobierno es su enemigo y donde las leyes no sirven porque a partir de ahora los abogados deben aprender a legalizar lo ilegalizable.

Es más, si en la República es el ciudadano el que ostenta la soberanía popular, en el modelo chavista adoptado por Evo se introduce una nueva forma de colonización, la que enarbola el socialismo del siglo XXI, aquel que no encuentra parangón en modelos de concentración de poder y donde el odio racial, el desprecio por el ejercicio de libertades consagradas en la ley e incluso, la violación de la norma, son parte de una nueva forma de concebir el Estado sin República y con dueños y patrones.

Como están las cosas, hoy su voto vale, no lo desperdicie.

Fuente: lostiempos.com
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