Es un acto de irreverencia e ignorancia, una dictadura. Existen dos tipos de gobierno en el mundo moderno de hoy. Uno es la democracia que es la independencia de poderes (Legislativo, Judicial y Ejecutivo), los cuales se sujetan en cuanto a su relación respetuosa y mecánica de mantener cada uno sus funciones y actuar en coordinación con los otros, manteniendo en todo momento la ley y la constitución vigente de cada país como referente de estabilidad y justicia. Lo otro es una dictadura, la cual concentra en su Poder Ejecutivo todas las funciones. Esta concentración de poder da lugar al totalitarismo, como Uganda con Idi Amin Dadá, el dictador caníbal; en Chile con Augusto Pinochet, o en Cuba con Fidel Castro, etc.
Hoy en Bolivia la justicia y la ley son meras palabras que han pasado al olvido en la mente cultural de un Poder Ejecutivo que avasalla, mata, secuestra, miente, difama y corrompe por doquier. La corrupción se expande en todos los niveles; la incapacidad reina en todas las instituciones, las relaciones con Estados Unidos están dañadas irreversiblemente, la recesión económica se acentúa, el pongueaje político del campesino es mayor. Existen casos a la actualidad irresolutos de muerte pública como las decenas de los ajusticiamientos comunitarios salvajes, incluyendo la muerte del adolescente Christian Urresty Ferrel el 11 de enero de 2007 en Cochabamba a manos de hordas tribales de seres emergidos de una de las novelas de Sthepen King.
La agresión a la prensa es impune, es manipulada y propiciada desde el mismo Ejecutivo, se ha perdido la libertad electoral y la libertad ciudadana; en sus cuarteles y cárceles están detenidos más de 30 prisioneros políticos; Bolivia se encuentra inmersa en una dictadura racista con ribetes del comunismo, vieja ideología lamentada en los países donde se impuso con millones de muertos, genocidio y barbarie social.
La consumación de toda esta serie de hechos incivilizados se dio en Pando con la defenestración inconstitucional y penal de un gobernador electo, Leopoldo Fernández Ferreira, y el sometimiento del pueblo de Pando a manos de la dictadura en la cual la desafiante y soberbia posición de sus ministros y Presidente al no obedecer la justicia boliviana que decretó el traslado del gobernador preso a la capital de la Republica, en medio de un Hábeas Corpus procedente, que es un recurso de libertad irrestricto. El gobierno boliviano encarcela a sus opositores bajo el manto de la mentira, la manipulación y el montaje de la difamación pública. El terrorismo de estado usa milicias para sus propósitos (los ponchos rojos y otros), los asesinos de Christian Urresty, de los ciudadanos de Sucre en el genocidio de la Calancha, Arani, Huanuni etc., caminan campantes por las calles.
Es también evidente la constante impunidad de un ex alumno de la Escuela de las Américas, llamada también la escuela de los asesinos (Fort Bening, Georgia), Juan Ramón Quintana, hoy referido como el Ministro de la muerte.
La realidad de Bolivia es más que preocupante, en instantes cuando la oposición política cobarde y meretriz ha vendido el futuro en una negociación congresal sobre una constituyente apócrifa de derecho, amalgamada en la irracionalidad de sus conceptos, contradictoria en su texto y ausente en su redacción y planteamientos de sus más probos constitucionalistas y ciudadanos. Negociación ésta que ha demostrado a propios y extraños que Bolivia sigue siendo el feudo de los políticos, y el poder Presidencial sigue siendo absolutista como en 1825.
Algo que destacar de las dictaduras es que todos los argumentos que esgrimen en su discurso político son irracionales y dignos de iletrados. Es de mencionar que a la conclusión de estos ejercicios de poder omnímodo, trasciende el espíritu humano y quedan grabados en la memoria histórica de los pueblos los actos de crueldad que cometen los dictadores y sus allegados.
Por: Armando Torrelio
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El problema no es la unidad, es el liderazgo
Hace 1 semana
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