lunes, 22 de septiembre de 2008

Diálogo de los muertos

Nuestra cultura occidental, ésa que desprecian y abominan los indigenistas, registra más de 13 títulos referidos al diálogo como coloquio amistoso y razonado entre dos o más personas y al diálogo como debate entre individuos o grupos aparentemente irreconciliables, tal como hicieran, en el plano filosófico, Platón, Berkeley, Hume, Malebranche y Diderot. Desde otra perspectiva, Heidegger sostiene que la formulación de la pregunta es, en sí misma, importante. Dicho de otro modo, la respuesta importa en función de la pregunta.

Dada la degradación de la vida pública en Bolivia, la degeneración de la actividad política (han desaparecido los partidos políticos) y la confrontación permanente entre el Gobierno centralista de Evo Morales y las prefecturas departamentales autonomistas, la necesidad de diálogo es un clamor unánime. ¿Pero el diálogo es posible en las actuales circunstancias? A pesar de las declaraciones de hace dos días, pienso que no.

¿Cuántas mesas de diálogo han fracasado por el empecinamiento del presidente Morales en imponer su capricho y su “visión de país”, esa invención espuria de un grupo de expertos que no conocen Bolivia? La penúltima convocatoria de agosto fue un auténtico fiasco, porque don Evo reunió a los prefectos en la ciudad de La Paz (el cruceño no asistió presintiendo, quizás, el engaño) y a la hora de decir vaguedades los dejó plantados en manos de García Linera, el Vicepresidente de las amenazas y los embustes.

La pregunta en aquella ocasión era simple: “¿El Gobierno nos va a devolver lo que nos quitó arbitrariamente del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH)?”. En vez de responderles, el Gobierno anunció la convocatoria de un nuevo referéndum para aprobar la Constitución ilegal del MAS (Movimiento Al Socialismo), partido gobernante.

Desde hace años venimos asistiendo a este diálogo de sordos que hoy se ha convertido en un diálogo de muertos. Durante el Gobierno de Evo Morales han muerto 74 bolivianos en disturbios, manifestaciones y bloqueos de caminos fomentados por la pasividad del Gobierno, que permite estos desmanes porque considera que los problemas los resuelven los “movimientos sociales”. Sin embargo, en Europa, la maquinaria propagandística de Evo Morales le endilga estas muertes a los prefectos rebeldes de los departamentos autonomistas. Sin explicar que los rebeldes se rebelan porque el Gobierno los engaña mediante promesas que sólo cumple cuando le conviene. Los prefectos autonomistas son los “malos” de la película.

Luciano de Samosata (Siria, c. 125 - Egipto, 180 dC), escritor griego, es autor de alrededor de 80 libros, entre los que sobresale su famoso Diálogos de los muertos. En él, los personajes dialogan en el infierno sobre la condición humana. Los personajes que se reunirán pronto (si no se han reunido ya) dialogarán —si hay diálogo— sobre las condiciones de la capitulación de los prefectos. Ése es el diktat del presidente Morales, fortalecido por el apoyo brutal de Hugo Chávez y el apoyo formal de los presidentes de Unasur.

Ante los hechos consumados, habría que preguntar a los dignatarios de Unasur si ellos aprobarían para sus países una Constitución ilegal, monárquica, racista, que divide el país en 36 ayllus y liquida la división clásica de poderes para instaurar una “justicia comunitaria” sin tribunales, sin apelaciones, etc. Mucho me temo que la respuesta no llegaría nunca. Esto, además, ¿a quién le importa?
Por: PEDRO SHIMOSE
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