martes, 16 de septiembre de 2008

¿Por qué alguien no calla a Chávez?

Las insistentes presiones del presidente Hugo Chávez al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, general Luis Trigo, no sólo pueden ser consideradas una intromisión en asuntos internos...sino una abierta violación a la soberanía nacional.

Las insistentes presiones del presidente Hugo Chávez al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, general Luis Trigo, no sólo pueden ser consideradas una intromisión en asuntos internos, como han convenido diferentes sectores, sino una abierta violación a la soberanía nacional.

Lo objetivo es que, en cada uno de los pasados cinco días, Chávez aludió a la crisis boliviana como si estuviese hablando de su barrio, en Caracas. Y curiosamente lo hizo en pleno terremoto político que lo tenía a él contra las cuerdas, por el escándalo del maletín con 800.000 dólares, tras unas revelaciones de un abogado contratado por la propia Venezuela.

En efecto, cuando inició esta serie de referencias a Bolivia, apoyó la decisión de su homólogo, Evo Morales, de expulsar al embajador estadounidense Philip Goldberg. Fue el miércoles 10 de septiembre, el mismo día en que se supo que el Mandatario venezolano habría pedido al jefe de inteligencia de su país que resolviera el escándalo por el envío de su gobierno de la famosa valija a Argentina para la campaña de Cristina Fernández.

El jueves 11, Chávez advirtió con intervenir militarmente en Bolivia si se producía un golpe contra Morales, en una muestra más del proteccionismo que ejerce sobre el gobierno del MAS desde la ascensión de éste al poder, en enero del 2006.

En este punto, las FFAA tuvieron una reacción digna de ponderar. El general Trigo leyó un comunicado para poner a Chávez en su lugar y dejar en claro que “no permitirán que ningún militar o fuerza extranjera pisen territorio nacional”. Acompañado de otros jefes castrenses, en una firme posición alejada de cualquier inclinación política, marcó distancia respecto del oficialismo al enfatizar el rechazo a las “intromisiones externas de cualquier índole, vengan de donde vengan”.

El Jefe de Estado venezolano, acosado por fantasmas propios —pues venía de ordenar que se investigue una supuesta conspiración de militares en su contra— y lejos de recuperar la cordura, arremetió contra Trigo. Primero, comparó la situación de su país con la de Bolivia, donde “algunos altos mandos militares (...), presionados y comprados por el imperio de EEUU, por la CIA, están de brazos caídos, permitiendo a las bandas armadas paramilitares y fascistas hacer y deshacer”.

Luego, aludió directamente al Comandante boliviano. “Yo le respondo al general Trigo: tiene usted razón, yo no debo meterme en las cosas internas de Bolivia, pero qué bueno sería oírlo a usted decir algo de la injerencia grosera y terrible del imperio norteamericano en su país. ¡Qué bueno sería oírle decir algo, señor general Trigo!”, exclamó, para después acusarlo de formar parte, junto a otros altos mandos, de “una especie de huelga de brazos caídos” y así “le han permitido a los fascistas paramilitares masacrar al pueblo de Bolivia”.

El domingo, en un rapto de cordura, el Gobierno nacional, mediante el ministro Walker San Miguel, señaló que “los bolivianos resolveremos los problemas entre nosotros”. Pero Chávez tenía un nuevo disparo contra Trigo: “En lugar de hacer cumplir el decreto presidencial del estado de sitio ordenó que las tropas se acuartelaran y abandonaran el aeropuerto”. Y ayer, insistió con la presunta conspiración apoyada por EEUU.

Basta, señor Chávez. Con Bolivia, ha ido demasiado lejos.
Fuente

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