viernes, 19 de septiembre de 2008

Tragedia, diálogo e hipocresía internacional

Una nueva semana trágica para Bolivia. Se veía venir la violencia. No hubo esfuerzos para detenerla. Ni siquiera fue importante establecer las causas para que la Bolivia diversa, contradictoria y de atormentada historia, esté nuevamente al borde de una lucha cruel.

Realmente no hay lugar para la esperanza. Persiste la inquina. Está lejana la concertación para encontrar la paz justa.

Si. Esto es realmente pesimista. Pero, cómo tener aún expectativas de paz, si el populismo entiende el diálogo –proclamado urbis et orbi por el Evo Morales- como instrumento de imposición.

Claro que nadie puede sensatamente oponerse al diálogo cuando se basa en la honestidad, cuando no hay ocultos afanes de engañar, de usar el poder para prevalecer y sojuzgar.

Resulta fácil y hasta simpático, instar a un diálogo, aunque esté subyacente la intención perversa de prevalecer.. Estas incitativas, frecuentemente son producto del “comodismo” político, del afán de mostrar actitudes “civilizadas”, abusando de los conceptos de continuidad democrática e institucional. Las declaraciones vagas y tantas veces rutinarias, hacen el juego a los regímenes que ocultan sus designios de opresión. Y el argumento más usado es el de la “legitimidad” de las urnas, las que no garantizan conductas democráticas. Ganar elecciones no da el título de demócrata; para obtener tal calidad debe prevalecer el “respeto mutuo y convergente entre la mayoría –siempre circunstancial- y las minorías”. Democracia es, también, respetar la ley, la justicia y las libertades ciudadanas. Es, al fin, abstenerse de usar una mayoría circunstancial, para atropellar instituciones, para avasallar regiones y agrupaciones de ciudadanas y para sojuzgar.

Ganar elecciones tampoco da “patente de corso”. No es el vehiculo para imponer ilegalmente, por ejemplo, en un cuartel militar y a costa de muertos y heridos –como en octubre de 2007 en Sucre- un proyecto constitucional sectario, racista, injusto y discriminador.

Hay dirigentes extranjeros -provocadores o simplemente ingenuos-, que proclaman su apoyo al gobierno de Evo Morales, “legítimo gobernante, nacido en las urnas”.

Y qué de las prácticas violentas de las hordas fanatizadas y alentadas por el oficialismo para cercar el congreso, para bloquear ciudades, para atacar ferozmente como hace más de un año en Cochabamba, con muertos y heridos.

Qué del público orgullo presidencial de violar las leyes si le conviene a su proyecto populista.

Qué de sus balbucientes proclamas de que el MAS y él mismo, son partidarios de lo que llama la “cultura de la vida”, mientras mueren en Pando los que se le oponen.

No importa nada de esto para los políticos de fuera. Nunca se manifestaron contra las iniquidadaes y desmanes de Evo Morales y de sus hordas de la violencia. Ahora La Nación de Buenos Aires, informa que “en plena crisis política en Bolivia, la Argentina, Venezuela y Brasil expresaron hoy su apoyo al presidente Evo Morales, luego de que éste ordenara la expulsión del embajador norteamericano "por conspirar contra la democracia" y "buscar la división de Bolivia", al cabo de una jornada marcada por nuevos choques en las regiones opositoras…”.

Pero qué se podía esperar de un gobernante, como el brasileño, que tiene como asesor a un extremista imprudente, agresivo y descarado, protegido por su investidura, como Marco Aurelio García, que ya el 8 de febrero de este año se lanzó a la tropelía intervencionista: El asesor del “presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, elogió al gobierno boliviano por sumar a sectores populares y criticó a la “clase dominante parasitaria”. Procaz y abusivo.

La mandataria argentina, en medio de sus graves problemas, se da tiempo para expresar su respaldo “pleno e incondicional” a Morales y solicitó que la comunidad internacional se declare “en contra de una asonada golpista en Bolivia”. ¿Incondicional? ¿También esta presidencia apoya el fraude y el engaño? Vaya demasía de justificar “incondicionalmente” la antidemocracia.

Otra sibilina declaración: un presidente “rechaza todo intento de quiebre institucional, político y de integridad territorial” en Bolivia. ¿Que habrá querido decir con eso del “quiebre institucional y político”? Y quién le habrá metido que hay peligro para la integridad territorial boliviana? Hablar para quedar bien, no le viene mal a un mandatario gris.

Y el novato Fernando Lugo: “Paraguay estará solidario con todos los países si los gobiernos han sido elegidos democráticamente”. Vaya disparate. Debe apoyar la democracia continuamente ejercitada, no sólo un acto electoral frecuentemente viciado por el fraude,

Y no faltó la tontería: Manuel Zelaya, Presidente de Honduras “dijo que, en solidaridad con Bolivia no recibía por ahora(?) al nuevo embajador de Estados Unidos y aclaró que no quería problemas con Washington, al que considera “aliado” (?).

Y quedan los otros: los feroces de la palabra. Hablar del leguaje grosero y demencial de Chávez, de las declaraciones bobaliconas de Ortega, y del despistado Correa, es un ejercicio inútil, por lo menos hasta que prevalezca la verdad ahora deformada por el populismo.
Marcelo Ostriga Trigo
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