Apoyar a un gobierno por simpatizar con su ideología puede tener un alto costo para el gobierno argentino. El cierre de válvulas anunciado por opositores a Evo en las regiones productoras de Bolivia pone en riesgo la política energética argentina, y con ello el prestigio de la presidente Fernández.
La confrontación interna boliviana y el lamento argentino
En los noventa un grupo de rock argentino compuso el tema "lamento boliviano". Ahora habría que componer "lamento argentino" porque nunca imaginaron que meterse con el régimen boliviano les costaría su propia seguridad energética. Así les fue por crédulos y confiados. Recientes enfrentamientos entre las regiones de Santa Cruz, Beni, Pando, Chuquisaca y Tarija contra el gobierno central boliviano de Evo Morales ponen en jaque la capacidad de suministro de gas a la Argentina.
Bolivia apenas estuvo cumpliendo su contrato de venta de gas a la estatal Enarsa (Energía Argentina SA) por razones que huelgan comentar: mucha demagogia poca capacidad de inversión en Bolivia, poca producción dan como resultado poco envío de gas a los argentinos.
Más aún ahora que las regiones petroleras (Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz) han decidido radicalizar protestas y cerrar suministro de energía (ver resolución anexa) en repudio a la pretendida movida oficialista de hacer un referendum -ilícito, como todo lo que hace- pretendiendo la aprobación de una Constitución -ilícita, obviamente- por la que Evo Morales sería recontra-electo mil veces.
Los gobernadores de las regiones "opositoras" le han dicho un "no" rotundo por adelantado y quien pagará los platos rotos, a nivel internacional, del desbarajuste interno boliviano es Argentina. Por ello Argentina, al igual que Chile, hechó mano del costoso LNG (gas natural licuificado) de Trinidad & Tobago que les cuesta -aunque descendería para hacer competencia al gas de ducto de Bolivia- 17 USD por millar BTU, ostensiblemente más alto de los 7 USD que Argentina paga por gas chaqueño. Y tienen que hacerlo para evitarle penurias al ciudadano argentino.
Fue mal negocio apoyarse en los ladinos dirigentes estatales bolivianos a los que -ingenuamente, también- prometieron un costoso gasoducto el GNEA que necesitará ser llenado con 27,7 MMm3d (infraestructura que llegará a costar 4000 millones de USD incluida el alza de precios de construcción de seguir retrasando obras) y para transportar un gas que Bolivia todavía no tiene disponible, porque la "nacionalización" no funcionó para traer dinero para nuevos procesos exploratorios a más de cinco o seis mil metros bajo tierra que ubicarían nuevos bolsones y reservorios de gas. Ese gasoducto será llenado "con aire" como dijeron ejecutivos de Energía Argentina S.A. (Enarsa).
Y Bolivia dejó de ser la gran esperanza del Cono Sur, cuando a mediados de los noventa imaginábamos distribuir electricidad, diesel, productos petroquímicos, urea, fertilizantes y sales al Continente ¡hoy apenas cubrimos nuestra demanda interna y con traspiés aquellos contratos externos de gas!. Por eso que Chile y Uruguay también se cansaron de tanto conflicto e inseguridad en Bolivia y prefirieron la vía LNG.
La desilusión brasilera de Bolivia es paradigmática: cansados de que se les falle en contratos de exportación (recuerden la merma de suministro de Cuiabá), y preocupados por la dependencia diaria de 30 MMm3d se embarcaron en construir una planta regasificadora en Pecem (en la nordestina Ceará), que regasificará hasta 7 MMm3d (¡lo que consume Bolivia, dense cuenta de la enormidad del mercado comprador desaprovechado que tenemos al lado!) destinado a electricidad.
Los líos internos bolivianos y la falta de inversión empujó a los vecinos a optar por LNG. Apenas producimos 40 MMm3d!, tendríamos que haber doblado esa capacidad hace dos años de no haber roto la política energética de los noventa que permitió a Bolivia reposicionarse en el mapa geopolítico.
Algunos dicen que los negocios LNG en el continente darán un margen para que Bolivia "gane tiempo", se reorganice internamente, concluya sus problemas críticos y diseñe una propuesta de venta de productos energéticos, previos quince o veinte mil millones de dólares a invertir en un lapso de hasta cinco años. Ojalá ocurriera esto. La crisis política boliviana es tan seria que impide diseñar una estrategia en hidrocarburos que supere obstáculos.
Ojo que esta "ventajita" no será "tan buena". En 4-5 años el precio de millar BTU de LNG podría llegar a costar igual que el precio de gas boliviano, o sea que los mercados demandantes preferirían -de no arreglarse la situación interna en Bolivia- seguir con un LNG que viene con garantía de suministro, flujo que podría seguir confinando nuestros proyectos a continuar postergados.
En lo inmediato: separar la confrontación política de la estrategia energética: dejar sin efecto la nacionalización y abrir licitaciones para perforación irrestricta y muy rápidamente para saciar compromisos. Y diseñar una política energética concentrada en inversiones en derivados de gas, con dinero multinacional. De lo contrario seguiremos en la vorágine de la estupidez y el remiendo.
Y, en lo político urge la intervención de los organismos europeos para controlar que éste gobierno concluya su mandato de acuerdo a la Constitución vigente evitando su reelección y perpetuación en el poder. La cosa es seria y quien pagará las consecuencia será Argentina y quizá hasta Brasil cuando se "cierren las válvulas" de los envíos de gas.
Análisis realizado por Boris Gómez Úzqueda
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La confrontación interna boliviana y el lamento argentino
En los noventa un grupo de rock argentino compuso el tema "lamento boliviano". Ahora habría que componer "lamento argentino" porque nunca imaginaron que meterse con el régimen boliviano les costaría su propia seguridad energética. Así les fue por crédulos y confiados. Recientes enfrentamientos entre las regiones de Santa Cruz, Beni, Pando, Chuquisaca y Tarija contra el gobierno central boliviano de Evo Morales ponen en jaque la capacidad de suministro de gas a la Argentina.
Bolivia apenas estuvo cumpliendo su contrato de venta de gas a la estatal Enarsa (Energía Argentina SA) por razones que huelgan comentar: mucha demagogia poca capacidad de inversión en Bolivia, poca producción dan como resultado poco envío de gas a los argentinos.
Más aún ahora que las regiones petroleras (Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz) han decidido radicalizar protestas y cerrar suministro de energía (ver resolución anexa) en repudio a la pretendida movida oficialista de hacer un referendum -ilícito, como todo lo que hace- pretendiendo la aprobación de una Constitución -ilícita, obviamente- por la que Evo Morales sería recontra-electo mil veces.
Los gobernadores de las regiones "opositoras" le han dicho un "no" rotundo por adelantado y quien pagará los platos rotos, a nivel internacional, del desbarajuste interno boliviano es Argentina. Por ello Argentina, al igual que Chile, hechó mano del costoso LNG (gas natural licuificado) de Trinidad & Tobago que les cuesta -aunque descendería para hacer competencia al gas de ducto de Bolivia- 17 USD por millar BTU, ostensiblemente más alto de los 7 USD que Argentina paga por gas chaqueño. Y tienen que hacerlo para evitarle penurias al ciudadano argentino.
Fue mal negocio apoyarse en los ladinos dirigentes estatales bolivianos a los que -ingenuamente, también- prometieron un costoso gasoducto el GNEA que necesitará ser llenado con 27,7 MMm3d (infraestructura que llegará a costar 4000 millones de USD incluida el alza de precios de construcción de seguir retrasando obras) y para transportar un gas que Bolivia todavía no tiene disponible, porque la "nacionalización" no funcionó para traer dinero para nuevos procesos exploratorios a más de cinco o seis mil metros bajo tierra que ubicarían nuevos bolsones y reservorios de gas. Ese gasoducto será llenado "con aire" como dijeron ejecutivos de Energía Argentina S.A. (Enarsa).
Y Bolivia dejó de ser la gran esperanza del Cono Sur, cuando a mediados de los noventa imaginábamos distribuir electricidad, diesel, productos petroquímicos, urea, fertilizantes y sales al Continente ¡hoy apenas cubrimos nuestra demanda interna y con traspiés aquellos contratos externos de gas!. Por eso que Chile y Uruguay también se cansaron de tanto conflicto e inseguridad en Bolivia y prefirieron la vía LNG.
La desilusión brasilera de Bolivia es paradigmática: cansados de que se les falle en contratos de exportación (recuerden la merma de suministro de Cuiabá), y preocupados por la dependencia diaria de 30 MMm3d se embarcaron en construir una planta regasificadora en Pecem (en la nordestina Ceará), que regasificará hasta 7 MMm3d (¡lo que consume Bolivia, dense cuenta de la enormidad del mercado comprador desaprovechado que tenemos al lado!) destinado a electricidad.
Los líos internos bolivianos y la falta de inversión empujó a los vecinos a optar por LNG. Apenas producimos 40 MMm3d!, tendríamos que haber doblado esa capacidad hace dos años de no haber roto la política energética de los noventa que permitió a Bolivia reposicionarse en el mapa geopolítico.
Algunos dicen que los negocios LNG en el continente darán un margen para que Bolivia "gane tiempo", se reorganice internamente, concluya sus problemas críticos y diseñe una propuesta de venta de productos energéticos, previos quince o veinte mil millones de dólares a invertir en un lapso de hasta cinco años. Ojalá ocurriera esto. La crisis política boliviana es tan seria que impide diseñar una estrategia en hidrocarburos que supere obstáculos.
Ojo que esta "ventajita" no será "tan buena". En 4-5 años el precio de millar BTU de LNG podría llegar a costar igual que el precio de gas boliviano, o sea que los mercados demandantes preferirían -de no arreglarse la situación interna en Bolivia- seguir con un LNG que viene con garantía de suministro, flujo que podría seguir confinando nuestros proyectos a continuar postergados.
En lo inmediato: separar la confrontación política de la estrategia energética: dejar sin efecto la nacionalización y abrir licitaciones para perforación irrestricta y muy rápidamente para saciar compromisos. Y diseñar una política energética concentrada en inversiones en derivados de gas, con dinero multinacional. De lo contrario seguiremos en la vorágine de la estupidez y el remiendo.
Y, en lo político urge la intervención de los organismos europeos para controlar que éste gobierno concluya su mandato de acuerdo a la Constitución vigente evitando su reelección y perpetuación en el poder. La cosa es seria y quien pagará las consecuencia será Argentina y quizá hasta Brasil cuando se "cierren las válvulas" de los envíos de gas.
Análisis realizado por Boris Gómez Úzqueda
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