La situación que vive la prensa boliviana es tal que puede ya equipararse con la vivida en los peores tiempos de dictaduras militares. Los constantes ataques verbales del presidente Evo Morales contra los periodistas, que sus masas convierten en ataques físicos en las calles, ha puesto a la libertad de prensa en su punto más crítico de los últimos 25 años. Censura y autocensura son las palabras que mejor definen la situación. En su nota "Bolivia: periodismo en riesgo" Silvia Mercado, analista de Informe Uruguay dice lo que hoy muchos periodistas no se animan a decir: la vida del periodista boliviano corre peligro.
Bolivia: periodismo en riesgo
"He tenido que prestarme un chaleco antibalas para poder salir". "Una turba me persiguió y traté de huir, pero recibí un puñetazo y me vi rodeado por 30 hombres que me atacaron con palos". "El ataque duró al menos 20 minutos y yo sólo atinaba a defenderme con el cable del micrófono". "Me amenazaron, me dijeron que si seguía informando me iban a encontrar". "Es hora de que alguien haga algo para darnos garantías. Nuestras vidas corren riesgo" (…)
Relatos que parecen extractados de ficción bélica, lamentablemente son testimonios reales. Y, para el asombro de propios y extraños, hacen a la voz de muchos periodistas en Bolivia. Aquel país para el que la censura nunca significó miedo, hoy teme. Aquel país en el que la gente se expresaba libremente, hoy calla.
La preocupación de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), no es en vano. El riesgo que implica informar en territorio boliviano, no está lejos de compararse con el periodismo ejercido "bajo fuego cruzado". Prácticamente ser sorprendido con un micrófono o con una cámara, es aventurarse a la agresión indiscriminada. Sin duda, a los periodistas les tocó la peor mano de la baraja; sin embargo, para cualquier ciudadano expresarse también se ha convertido en una hazaña. La autocensura se instala y el silencio se naturaliza. Lo que impide abrir la voz para decir un pensar, una opinión, es la cruel confrontación en la que nos han sumergido a miles de hermanos.
El día que se posicionó el silencio
Desde enero del 2006, cuando Evo Morales asumió su mandato, el periodismo boliviano es tratado como el actor hostil que ataca al gobierno. Para el presidente, su gestión se inició ya siendo víctima de un "terrorismo mediático"; es así que el representante del Movimiento al Socialismo (MAS) no pierde oportunidad para señalar al conjunto de medios de comunicación como su "primer opositor y enemigo".
La historia boliviana no registra episodios similares; se podría decir que nunca, desde el atril presidencial, se rotuló a la institución media en tales términos. Será por eso que datos como "29 casos de agresión física hacia periodistas" no dejan de pasmarnos; así como el espanto generalizado ante la muerte de Carlos Quispe, locutor de Radio Pucarani, primer periodista boliviano que muere en su lugar de trabajo.
Las circunstancias de la muerte de Quispe -"golpiza protagonizada por dirigentes del Comité de Vigilancia"- , permiten retratar los niveles de violencia que imperan hoy en Bolivia.
"Aparentemente, no hay sanciones para una persona que golpea, apedrea o hiere a un periodista boliviano" , señala un periodista extranjero. Nítidamente, esta advertencia expone que ninguno de los ataques a la prensa fue llevado a la justicia y revela que la impunidad se esconde detrás de cierta incógnita. Pero, para los bolivianos –tanto periodistas como muchos ciudadanos– los puños que los atropellan, sí tienen rostro; los palos que los golpean, llevan bandera. Lo angustiante es que, ante la opción de denuncia, prima el miedo. Porque la mano encubierta es la del gobierno, pues quienes intimidan con violencia son los grupos de choque del MAS . El anonimato no es el problema, el freno que paraliza es el miedo.
"Quien quiera acabar con la libertad de una nación debe comenzar subyugando la libertad de expresión"
Los recelos disminuyen las expresiones. Disentir y criticar son verbos que, de a poco, se van diluyendo. Así, con las voces amilanadas, los bolivianos estamos al borde de nuestra primera dictadura en pleno Siglo XXI. El proyecto de Constitución Masista ha redactado, artículo por artículo, el sarcófago de nuestras libertades.
Si las restricciones a la prensa se consolidan en las leyes mordaza, consecuentemente la censura vejará nuestras mentes.
No obstante, los bolivianos estamos alertas. Conscientes de que es el momento de luchar por nuestro derecho a la libertad de expresión. Dispuestos a poner el cuerpo por periodismo, que hoy, como nunca, demuestra ser "el mayor garante de la libertad".
Y, si hay miedo, haremos piel de que "no es más valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo."
por Silvia Mercado
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Bolivia: periodismo en riesgo
"He tenido que prestarme un chaleco antibalas para poder salir". "Una turba me persiguió y traté de huir, pero recibí un puñetazo y me vi rodeado por 30 hombres que me atacaron con palos". "El ataque duró al menos 20 minutos y yo sólo atinaba a defenderme con el cable del micrófono". "Me amenazaron, me dijeron que si seguía informando me iban a encontrar". "Es hora de que alguien haga algo para darnos garantías. Nuestras vidas corren riesgo" (…)
Relatos que parecen extractados de ficción bélica, lamentablemente son testimonios reales. Y, para el asombro de propios y extraños, hacen a la voz de muchos periodistas en Bolivia. Aquel país para el que la censura nunca significó miedo, hoy teme. Aquel país en el que la gente se expresaba libremente, hoy calla.
La preocupación de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), no es en vano. El riesgo que implica informar en territorio boliviano, no está lejos de compararse con el periodismo ejercido "bajo fuego cruzado". Prácticamente ser sorprendido con un micrófono o con una cámara, es aventurarse a la agresión indiscriminada. Sin duda, a los periodistas les tocó la peor mano de la baraja; sin embargo, para cualquier ciudadano expresarse también se ha convertido en una hazaña. La autocensura se instala y el silencio se naturaliza. Lo que impide abrir la voz para decir un pensar, una opinión, es la cruel confrontación en la que nos han sumergido a miles de hermanos.
El día que se posicionó el silencio
Desde enero del 2006, cuando Evo Morales asumió su mandato, el periodismo boliviano es tratado como el actor hostil que ataca al gobierno. Para el presidente, su gestión se inició ya siendo víctima de un "terrorismo mediático"; es así que el representante del Movimiento al Socialismo (MAS) no pierde oportunidad para señalar al conjunto de medios de comunicación como su "primer opositor y enemigo".
La historia boliviana no registra episodios similares; se podría decir que nunca, desde el atril presidencial, se rotuló a la institución media en tales términos. Será por eso que datos como "29 casos de agresión física hacia periodistas" no dejan de pasmarnos; así como el espanto generalizado ante la muerte de Carlos Quispe, locutor de Radio Pucarani, primer periodista boliviano que muere en su lugar de trabajo.
Las circunstancias de la muerte de Quispe -"golpiza protagonizada por dirigentes del Comité de Vigilancia"- , permiten retratar los niveles de violencia que imperan hoy en Bolivia.
"Aparentemente, no hay sanciones para una persona que golpea, apedrea o hiere a un periodista boliviano" , señala un periodista extranjero. Nítidamente, esta advertencia expone que ninguno de los ataques a la prensa fue llevado a la justicia y revela que la impunidad se esconde detrás de cierta incógnita. Pero, para los bolivianos –tanto periodistas como muchos ciudadanos– los puños que los atropellan, sí tienen rostro; los palos que los golpean, llevan bandera. Lo angustiante es que, ante la opción de denuncia, prima el miedo. Porque la mano encubierta es la del gobierno, pues quienes intimidan con violencia son los grupos de choque del MAS . El anonimato no es el problema, el freno que paraliza es el miedo.
"Quien quiera acabar con la libertad de una nación debe comenzar subyugando la libertad de expresión"
Los recelos disminuyen las expresiones. Disentir y criticar son verbos que, de a poco, se van diluyendo. Así, con las voces amilanadas, los bolivianos estamos al borde de nuestra primera dictadura en pleno Siglo XXI. El proyecto de Constitución Masista ha redactado, artículo por artículo, el sarcófago de nuestras libertades.
Si las restricciones a la prensa se consolidan en las leyes mordaza, consecuentemente la censura vejará nuestras mentes.
No obstante, los bolivianos estamos alertas. Conscientes de que es el momento de luchar por nuestro derecho a la libertad de expresión. Dispuestos a poner el cuerpo por periodismo, que hoy, como nunca, demuestra ser "el mayor garante de la libertad".
Y, si hay miedo, haremos piel de que "no es más valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo."
por Silvia Mercado
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