lunes, 1 de septiembre de 2008

Bolivia, entre el dolor, la división y el fin de su historia

El camino al progreso no está sembrado de referéndums ni discursos sindicales. El verdadero desarrollo se encuentra fundado en el trabajo y la estabilidad, ambos factores unidos permiten a todo ciudadano poder acceder a bienes y servicios que satisfagan sus necesidades y le otorguen aquello que todos deseamos: paz.

De manera hasta morbosa Bolivia se acostumbró a vivir entre los enfrentamientos de agendas políticas divergentes e incoherencias legales que cada vez se tornan más complicadas. Nuestra vida está dividida entre aprovisionarnos para las posibles épocas de conflictos y la cotidiana lucha entre bolivianos.

El pasado jueves por la noche el Presidente de la República convocó vía Decreto Supremo (rango inferior a la ley) a un referéndum "combo", pisoteando de esta manera las esperanzas de diálogo que tanto pide el país.

La convocatoria al referéndum "combo" decidiría (si se llega a realizar) aspectos tales como: la aprobación del texto constitucional masista, dirimir la cantidad de tierra para labores agrarias, elegir consejeros departamentales, votación para sub prefectos y selección de Prefectos de Cochabamba y La Paz.

Desde ya la Media Luna anunció que dicho acto no será efectivo en su territorio, situación que traerá -como antes- una serie de disputas, manifestaciones, ampliados, cabildos, reuniones, denuncias, reclamos y finalmente derivará en mayor violencia.

Mientras se da una nueva pulseteada con las regiones, el Presidente olvida que hemos perdido el norte, hoy en día la razón de existir del boliviano pareciera ser vivir enfrentados, esperando por las reacciones de los Comités Cívicos, impidiendo que autoridades nacionales aterricen en sus ciudades o por último incluso mencionando que la independencia de ciertas regiones se vislumbraría como única salida a la crisis.

Las respuestas a nuestros problemas no las encontraremos en Libia o Irán, tampoco serán ni Venezuela ni Estados Unidos la opción a seguir, en la coyuntura en la que vivimos únicamente nos resta empezar por lo básico, y esto significa pretender unir a todos los habitantes de esta tierra.

Hemos caído tan bajo que para siquiera pensar en progreso primero tenemos que aprender a vivir entre nosotros, a tolerarnos, a no discriminarnos y por supuesto a entendernos.

Debemos recordar que no todo proceso de cambio debe pasar por la violencia y que los líderes más destacados de la humanidad, llámense Luther King o Ghandi, no recurrieron a la violencia para dejar un legado imperecedero, que el mismo Jesús buscó la unidad de pueblos en función a un mensaje de paz y esperanza.

En nuestra patria, empezando por Evo Morales, pasando por las aguerridas masas masistas o los radicales grupos de la Unión Juvenil Cruceñista y terminando en Rubén Costas, ya nadie apela al diálogo, las divisiones que tenemos son más fuertes que nuestras similitudes. Los jóvenes cruceños olvidan que tienen entre sus abuelas a collas de muy buena estirpe que forjaron con mucho esfuerzo la Santa Cruz que hoy conocen, igualmente los alteños más radicales no dudan en dejar de lado que muchos intelectuales cambas aportaron decisivamente al desarrollo del país.

La unidad del país sigue en juego, muchos ya no se sienten bolivianos, los unos prefieren ver el espectáculo desde un balcón y los otros sólo atinan a lanzarse piedras y palos ante la mínima provocación. En esta lógica lo último que se necesitaba era lanzar más fuego al incendio, pero lamentablemente esa es la lógica boliviana del poder político: destruir, maltratar, imponer, aplastar ypor la fuerza ejercer el mando de lo que queda de nuestra patria.

Mal paso se ha dado al convocar por Decreto a una consulta que de realizarse sólo traerá más dolor y división a una ya maltratada Bolivia y que trae consigo el serio riesgo de marcar el fin de su historia.
Por: Ronnie Piérola Gómez
http://ronniepierola.blogspot.com

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