Para Miguel Manzanera S.J. maestro lúcido de las ideologías, la falsedad abominable con la que Evo Morales y Álvaro García, han cincelado su discurso encantador que adormece a las masas, tiene un ingrediente: los pobres y su pobreza; la ilusión derramada sobre las masas de su pronta eliminación, no sólo ha hecho de ésta un sueño boliviano, desde la óptica masista, sino además un modelo apetecido por otros Estados; este sueño labrado por el MAS al calor del oportunismo quiere ser catalogado como producto de exportación, made in Bolivia.
Pues bien: este producto pretensiosamente exportable lleva el sello de los movimientos sociales, que experimentan de momento un encandilamiento endemoniado por la figura del caudillo protector, cuando hoy por hoy, éstos debieran tener más interés por reconocer la real dimensión de la explotación material que sufren; sin embargo, participan de una ideología masista que disfraza y maquilla la extrema pobreza, y peor aún si la masa sin conciencia política termina disculpando y hasta sacraliza este proyecto; la ceguera llega al punto de la inmolación en función de perpetuar (la especie) el poder de los del centro (Morales, García Linera, Quintana, Rada, Yasik, Llorenti, Peredo…).
Leamos entonces en este contexto, la ideología del proyecto masista –sin dejar a un lado la comprensión general de Ideología como un sistema de medios, naturales o artificiales en orden a la consecución de un fin– en el sentido que la usó Marx para denotar aquélla puesta al servicio de intereses que deforman la percepción de la realidad, que la manipulan y adecuan a intereses mezquinos de un grupo, hablamos de los nuevos oligos; aparece en ese sentido de forma transparente, los tres años de gobierno masista en los que los ensayos socio-económicos (ideológicos) han primado por encima de la erradicación de la pobreza en la que viven miles y miles de bolivianos y bolivianas.
Por otro lado, me temo, fruto de esta fachada, la relación entre los gobernantes y gobernados, se irá tornando cada vez más distante y aleatoria en términos democráticos, porque los segundos no pueden apreciar en qué medida sus gobernantes toman decisiones en función del bien común; así, sólo nos queda una democracia aparente, en la que los nuevos oligos encontraron la manera de dar al pueblo la impresión de que ellos ejecutan la voluntad general, pero, que en el fondo permite hacer prevalecer la sabiduría de los líderes, sabiduría ancestral como la del canciller Choquehuanca.
La manipulación de la pobreza y los pobres con fines meramente políticos, en boca de Morales Aima, alcanza ribetes escatológicos de la mejor teología paulina (promesas): "Si el Evo no puede vencer al Imperio Capitalista Neoliberal lo hará el pueblo, les digo desde mi experiencia de presidente".
García Linera no queda lejos, cuando pregona las bondades del proyecto de constitución y de cómo ésta apenas entre en vigencia producirá frutos paradisíacos que darán lugar a una vida absolutamente distinta y que proporcionará a cada uno de los bolivianos todas las bellezas y placeres concebibles tras la instauración de la nueva sociedad y la emergencia del hombre nuevo boliviano: "A partir de ahora –ha manifestado– existe un antes y un después; ha partir de ahora se acabaron los sufrimientos, las penas y las tristezas, las marchas; se acabó el país de unos pocos y nace el país de la gente"; de esta forma, en el imaginario de García Linera, la nueva constitución surge como un poderoso instrumento de ingeniería social que al solo "sésamo ábrete", las puertas del paraíso social boliviano quedarán abiertas de par en par para que el mundo lo contemple azorado.
Pero, lo inevitable de este sueño está por venir y será cuando descubramos a nuestras propias expensas el espesor de la realidad. Y muy pronto chocaremos con la complejidad que nos espera cuando se caiga en la cuenta de que el masismo quiso poner la realidad al servicio de intereses sectoriales. Y más temprano que tarde la realidad se vengará de tales intentos.
* Iván Castro Aruzamen es Teólogo y Filósofo profesor de la UCB
Fuente
Chapare, un reino de sangre y cocaina
Hace 4 horas
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