No es una decisión basada en afectos o desafectos políticos, ni menos por preferencia de uno u otro tipo. Es, simplemente, una decisión serena y objetiva que tiene por fundamento solamente la sana meditación.
En primer lugar, la Constitución actual no tiene nada de malo; al contrario, incluye a todos. No tiene necesidad de mencionar a indígenas, originarios o mestizos, porque todos los bolivianos, los nacidos en esta tierra o los que la han elegido para vivir, están cobijados por la Ley de leyes, sin ninguna distinción. Está reconocida la religión católica profesada por la mayoría de los ciudadanos, pero están permitidas todas las demás. Establece los mismos derechos y las mismas obligaciones y todos son declarados iguales ante la ley. Está en contra del latifundio y castiga el crimen y la corrupción. Efectivamente, las autonomías no están reconocidas, pero puede ser modificada bajo ciertas normas, por lo que se las puede incluir tal y como fueron consultadas a la población, para descentralizar el poder en lugar de concentrarlo, que es lo que ocurrirá si se aprueba el proyecto actual, que ya no es solamente del MAS, sino el concertado con gran parte de la oposición congresal, que lo aceptó un poco como diciendo: peor es nada.
Por otra parte, ni la actual Constitución, ni el proyecto que se llevará a consulta, pueden solucionar los graves problemas nacionales, que no son ocasionados por ningún texto de leyes, sino por la pobreza a la que se debe combatir utilizando los recursos que enseña la Economía. Por ello, sería mucho más beneficioso dedicarse alma, vida y corazón a este objetivo, en lugar de perder el tiempo en consultas de todo tipo sólo con fines políticos.
Si gana el SÍ, con gran porcentaje, lo que es posible por la ya anunciada campaña publicitaria que iniciará el Gobierno, don Evo se sentirá fortalecido creyendo tener el apoyo general porque el voto será resultante de la campaña, de la prebenda, de las marchas, de las movilizaciones sociales e inclusive de la desorientación, pero no de un razonamiento sereno y patriótico. Será un apoyo similar al otorgado en el famoso referéndum revocatorio, que le hizo creer al gobierno que el pueblo les otorgó "licencia para matar", cuando no fue ni será así.
Votaré por el NO, porque la actual Constitución es resultado de un período democrático importante, con todos sus errores y todas sus virtudes; porque es obra de los bolivianos, sin injerencias malsanas. El nuevo texto es la consecuencia de una fracasada Asamblea Constituyente, en la que no se redactó un solo artículo, en un trabajo estéril nada independiente de asambleístas que en su mayoría respondieron ciegamente a las instrucciones del Poder Ejecutivo y está manchado con la sangre de los muertos y heridos de la Calancha que defendieron la legalidad. Es el texto, aunque modificado ciertamente, que se aprobó indebidamente en Oruro. Por si fuera poco, los chuquisaqueños tenemos razones adicionales porque la Asamblea Constituyente tachó de un plumazo el tema de la capitalidad, el acuerdo político no lo tomó en cuenta y el Gobierno se olvidó de la Capital de la República, que fue la Cuna donde se inició la independencia de Bolivia y de Hispanoamérica.
Además, el proyecto es ilegal, porque nace de la ilegalidad. Se sabe que al final se impondrá, pero por lo menos que no sea aprobado con un porcentaje que le dé la apariencia que no refleja la realidad.
Finalmente, hay que reconocer que el acuerdo político fue mejor que la confrontación. Hay que reconocer también que ganó el diálogo, pero que todo se desvirtuó por la acción de los marchistas que al ejercer presión sobre el Congreso, dañaron la democracia porque atentaron contra la libertad. Así y todo, cualquier cosa es mejor que matarnos entre bolivianos, aún resignándonos a aceptar la ilegalidad. Sin embargo, no debemos legalizarla votando por el SÍ, a sabiendas de todo lo que ha ocurrido.
Por todas esas razones, yo votaré por el NO.
Por: Gastón Solares Ávila
Fuente
Chapare, un reino de sangre y cocaina
Hace 4 horas
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