martes, 7 de octubre de 2008

Erosión de la democracia

Human Rights Watch (HRW) es una organización independiente, financiada mediante contribuciones individuales y de fundaciones privadas de todo el mundo; de manera rigurosa, no acepta, ni directa ni indirectamente, fondos de gobierno alguno, lo que garantiza la solvencia de su trabajo que se inició en 1978. En la actualidad, labora en África, las Américas, Asia, Oriente Medio y Europa. Por la seriedad de sus actividades, goza de merecido prestigio.

Este preámbulo fue necesario hacer para referirme a un repudiable hecho que aconteció recientemente. Tan respetable entidad fue “expulsada” de Venezuela, por el régimen que encabeza el histriónico mandatario Hugo Chávez. De acuerdo a las declaraciones del canciller Maduro, se trata de explicar esta acción con los siguientes argumentos : “Por agredir a las instituciones de la democracia venezolana, inmiscuyéndose ilegalmente en los asuntos internos de nuestro país”.

Los representantes de HRW José Miguel Vivanco y Daniel Wilkinson fueron en su hotel y a medianoche “visitados” por funcionarios chavistas, quienes les “acompañaron” inmediatamente al aeropuerto para que abandonaran Venezuela, arguyendo que en su permanencia en ese país no podían emitir opiniones porque ingresaron con visas de turistas, lo cual fue inmediatamente refutado, porque el uno es chileno y el otro, estadounidense; por esta razón, no necesitan visas. El trabajo de HRW está amparado por el Derecho Internacional.

¿Cuál fue el detonante para esta abusiva actitud? Haber criticado a Hugo Chávez por erosionar la democracia en un informe en el que se puntualiza que en Venezuela no existe separación de Poderes y que el Presidente controla los tribunales, lo que es absolutamente cierto. Al respecto, fácilmente pueden esgrimirse otros argumentos, como los crasos atentados a la libertad de expresión.

El gobernante venezolano es personaje con delirios de grandeza, está saliéndose de los márgenes democráticos para ingresar cínicamente en el totalitarismo; ha ocasionado la absoluta polarización de esa sociedad, asunto sumamente delicado para el convivir individual y colectivo. En su despistada política, despilfarra los enormes caudales económicos que le proporcionan los altos precios del petróleo, mientras la gran mayoría poblacional sigue inmersa en la pobreza y carece de elementales servicios, como de alimentos.

El intervencionismo del teniente coronel Chávez, incluso con el lenguaje soez que le identifica de cuerpo entero, no es ninguna novedad; busca, obsesivamente, la convulsión bélica. Sorprende que en una nación con tantas necesidades se gaste incalculables recursos en armamento; en actitud provocativa, se solazó con la presencia, que solicitó, de dos bombarderos supersónicos rusos TU-160, a manera de anuncio de una hipotética confrontación a gran escala en la que peligrosamente sueña. La hermandad con Irán, ¿ a dónde conduce?

Abiertamente ofreció que tropas venezolanas irían a Bolivia si el ex trompetista Morales es defenestrado por sus clamorosos errores, frente a lo cual el comandante Luis Trigo, en actitud digna y soberana, le puso en su puesto cuando le replicó: “No se permitirá que ningún militar o fuerza extranjera pise territorio nacional”. La descarada intrusión de Chávez en Nicaragua no es ningún secreto, con la complacencia de su pupilo, el igualmente caricaturesco y arbitrario Daniel Ortega, que está persiguiendo, entre otros personajes, al poeta Ernesto Cardenal; en Ecuador, trató de inducir al voto diciendo que si la oposición vence en Guayaquil habrá inestabilidad, a lo que el alcalde del principal puerto, Jaime Nebot, le puso un tapaboca al rechazar enfáticamente la intromisión de Chávez en asuntos netamente ecuatorianos.
Franklin Barriga López
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