lunes, 18 de agosto de 2008

O dialogamos, o descontrol total en Bolivia

Entrevista exclusiva con el ex presidente Carlos Mesa
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El ex presidente boliviano Carlos Mesa ha reconocido el complejo momento político que vive su país con el accidentado proceso de las autonomías y la descentralización de las provincias de Santa Cruz,Tarija, Beni, Pando y Chuquisaca. Sus declaraciones coinciden con el nuevo fracaso del diálogo con el presidente, Evo Morales, tras el referendo revocatorio del pasado domingo 10 de agosto. InformaRN reproduce una entrevista exclusiva de José Zepeda con el señor Mesa.

José Zepeda: Sr. Presidente, todo el artículo que Ud. ha escrito, en la prensa española, puede resumirse en la aspiración de necesidad de diálogo que existe en Bolivia, y para que eso ocurra, Ud. lo sabe muy bien, hay que dejar de considerar a los adversarios como enemigos, y hay que salir de las trincheras. ¿Hay posibilidades de que ello realmente ocurra?

Carlos Mesa: Debo confesarle que mi percepción inmediatamente después del referendo revocatorio estaba más imbuido de un optimismo moderado que hoy día. Los acontecimientos de hace unas horas en la ciudad de Santa Cruz parecen marcar nuevamente un atrincheramiento de posiciones, precisamente por los resultados. Es evidente, aunque hay comentarios no desdeñables de alguna irregularidad en el recuento o en la forma de votación. Que pudieran haber agrandado el resultado a favor del presidente Evo Morales, éste, sin duda, ha logrado un triunfo importante y la demostración que su liderazgo tiene un respaldo nacional. Y esa sensación creo que ha colocado a los prefectos de la oposición en una autoconciencia que no tienen el mismo físico que antes del referendo. Y ante la convocatoria de diálogo, probablemente algo apresurada del presidente. Es decir, sin dar tiempo a la oposición de evaluar su propia fuerza y sus posibilidades, la respuesta, particularmente de Santa Cruz ha sido muy dura, y el hecho de que el prefecto haya dado el salto de hablar de una policía departamental marca que la acción no está yendo hacia el diálogo sino a la confrontación.

Hablemos de la discriminación. Le cuenta que hace ya algunos días, tres o cuatro antes del referendo revocatorio escuchaba a una periodista holandesa que hacia una especie de reportaje desde La Paz y hubo expresiones que realmente me sorprendieron de gente que decía: "bueno, que culpa tenemos nosotros de ser blancos, que culpa tenemos nosotros de disponer del dinero que tenemos.¿ Hay realmente en el país esta sensación de que se trata de dos pueblos distintos?

Esto hay que explicarlo primero a partir de una historia compleja de Bolivia. Una historia en la que el racismo ha sido un ingrediente muy importante. Un ingrediente que quizá fue más fuerte en la primera fase de la república que en la fase de la colonia española. Un racismo que ha dejado una secuela muy importante, y que pensamos que la revolución de 1952, profundamente integradora, y buscando la idea del mestizaje, que es una realidad objetiva de Bolivia, había resuelto. La llegada del presidente Morales debió ser el fin de esa etapa, en el buen sentido, el fin del racismo y la apertura de un espacio compartido, en el que yo creo. Es decir, aquí hay un elemento fundamental, si bien Bolivia tiene culturas profundamente enraizadas con visiones de mundo distintas, y todavía con una tradición indígena muy fuerte, esto no quiere decir que la urbanización del país no haya logrado esta idea de mestizaje. Creo que el error fundamental del presidente fue no comprender, desde el primer día que la idea era vamos juntos mestizos, indios y blancos a trabajar Bolivia para el futuro. El presidente hizo un énfasis demasiado fuerte, entendible en un primer momento, pero no hoy, en decir el mundo indígena tiene que recuperar su espacio. Esa frase de tras 500 años de opresión tenemos 500 años de gobierno hacia delante. Tenemos ¿Quiénes? Los indígenas. Esto ha generado esta sensación, y el enquistamiento de posiciones de los blancos o mestizos que sienten hoy la discriminación al revés puede ser una realidad, una realidad que además tiene un elemento complejo, evidentemente el área oriental, amazónica tiene un nivel de mestizaje mucho más alto que la del occidente, en consecuencia, el discurso del presidente no se entiende como un discurso integrador para todos. Y probablemente esa es la razón por la que hoy hay esa sensación. Finalmente, decirle que obviamente estamos viviendo frente a la realidad de un desplazamiento de las élites de control de gobierno. El presidente Morales ha desplazado casi totalmente a la vieja estructura de élites que gobernaban Bolivia, y eso también ha tenido un impacto importante en la sociedad.

Y el texto de la Constitución, ¿es excluyente realmente...?

Yo creo que el texto de la Constitución está basado en un par de errores muy complejos. Y que tiene o puede tener consecuencias negativas. La analogía con texto sudafricano me parece muy importante. La actitud del presidente Mandela y quienes redactaron la Constitución de Sudáfrica partió de una premisa: no vamos a incluir en el texto la palabra negro y la palabra blanco para, precisamente, anular la idea de esas diferencias, que en el caso de Sudáfrica fueron muchísimo más profundas y graves que en el caso de Bolivia. La Constitución boliviana tiene un preámbulo que yo no puedo compartir. Un preámbulo que dice, de entrada, negamos, prescindimos, o nos olvidamos, no sé exactamente la palabra el pasado colonial, republicano y neoliberal. Es decir, negamos 400 años de historia que tienen que ver con el brazo occidental que formó parte fundamental de la conciencia boliviana. Para empezar dos factores claves, la lengua y la religión. El segundo elemento es el hecho de que desaparece el concepto de república de Bolivia por la idea del estado boliviano constituido por 37 naciones. Esas naciones, por supuesto, yo que no soy mestizo no estoy integrado. No soy parte de esas 37 naciones. De ese total dos significan el 94% de la población indígena de esas 37 naciones, la otra, la Guaraní, el 2%; las dos primeras son la quechua y aymará; el otro dos por ciento el mundo guaraní y, por lo tanto, me queda un cuatro por ciento de las restantes 34 naciones, algunas de ellas integradas por menos de 50 personas. Creo, en consecuencia, que establecer una visión de país constituido por 37 naciones, en este contexto, no es razonable porque excluye, inevitablemente, a una parte fundamental de Bolivia que es el mundo mestizo. Y gran parte de esa población indígena que hoy vive en ciudades, por supuesto que hoy tiene una cultura mestiza que la ha separado, no desde un punto de vista de negar su pasado indígena sino de integrarla a la realidad del siglo XXI.

Por todo lo que Ud. dice se deduce fácilmente cuáles son los puntos que debería corregir el gobierno, y más concretamente el presidente Evo Morales. ¿Cuáles son las correcciones que deberían hacer aquellos que defienden las autonomías del país?

Un primer criterio que me parece básico y que creo que es la gran paradoja boliviana, tanto el gobierno como la oposición tienen en su propio seno el cambio y el inmovilismo. El gobierno, sin ninguna duda, la idea de inclusión, de igualdad, de búsqueda de equidad, como elementos centrales, plantea el cambio. Pero, tiene como inmovilismo una noción nostálgica equivocada de un estado centralista basado en esa revolución de 1952 que precisamente lo construyó. La oposición expresada en las regiones plantea algo que es fundamentalmente positivo, las autonomías como un proceso de descentralización modernizador, que el país necesita, no solamente los departamentos que dijeron si, sino idealmente los nueve departamentos de Bolivia. Y el inmovilismo detrás de la bandera autonómica se disfraza del intento de recuperar o de mantener el viejo sistema que se hundió en política, los viejos partidos que no existen más, el control de la tierra, el control de élites de poder que están tratando de salvar sus intereses, y que, por lo tanto, en lo íntimo no creen en, este proceso de integración real. Esta contradicción tiene que ser resuelta por las autonomías, es decir, por los autonomistas. Y no tanto por el pueblo, porque aquí hay una evidencia, el conjunto de quienes defienden la autonomía, el pueblo llano no está en la lógica de las élites que están llevando esa bandera. Pero, en la confrontación hay esa idea típica de quienes sienten que el cambio puede desplazarlos que se vivió en procesos revolucionarios en América Latina, que generó migración, y que generó esa idea mítica del demonio: vamos a hacer otra Cuba, vamos a hacer otra Venezuela, más allá de lo que esto quiera decir. Entonces, estos son los elementos complejos de inmovilismo que representan determinados sectores de las regiones.

Por lo menos en Europa se ha especulado mucho que una de las razones fundamentales de los defensores de las autonomías, y me refiero a las élites, está basada en el tema económico. Es decir, en los recursos...

Si. Pero, hay que matizar. En efecto un elemento básico, un problema central en Bolivia es el tema de la tierra. Manejo de la tierra, otorgamiento de tierra, a los que llamamos en Bolivia los colonizadores, es decir los emigrantes quechuas, aymará, que han llegado a las zonas bajas, que demandan tierras. El hecho evidente que en las épocas de dictadura, cantidades gigantescas de tierras fueron entregas, alegre, discrecional e ilegalmente a muchísima gente que hoy forman parte de élites y que, en efecto, están utilizando especulativamente esas tierras para el engorde. Pero el peligro es suponer que esa es la realidad general. En Santa Cruz hay también un manejo de tierra productiva, una construcción agroindustrial muy importante, un factor vital de las exportaciones del país que dependen de sectores productivos muy importantes, que no pueden ser afectados por una lógica de "vamos a repartir la tierra" y aún suponiendo que alguna de ella hubiese sido otorgada en términos discutibles, tratar de que no se afecte el proceso agroindustrial. Entonces, en efecto, los sectores de élite tratan de defender esto y, en muchos casos, no de una manera correcta. El otro aspecto básico es el manejo de recursos naturales, que en mi opinión, ambos temas, tanto tierras como recursos naturales no hay duda alguna de quien debe manejar una política de tierras y una política de recursos naturales, que es el estado central. Ese es un par de elementos que no pueden ser entregados a la definición de las autonomías. El peligro, y ahí va el matiz, es que suponga que esos intereses descalifican la legitimidad de la demanda autonómica. Hay muchísima gente humilde, gente de clase media, que no es propietaria de tierras en Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, que tiene deseos de autonomía y que no tiene nada que ver con esas élites en términos de la propiedad, y, a mi me parece que hay que diferenciar, porque hoy la reivindicación autonómica puede estar teñida, igual que el caso de la radicalización indígena, de pensar: "Ha muy bien, como hay unos pocos que tienen intereses, la autonomía está ocultándolos" No del todo. La autonomía es legítima, hay que construirla, y creo que es positiva para el país.

Un último detalle sobre las autonomías. Aquí se ha hablado mucho que este tema ha sido engordado, propiciado por el gobierno de los Estados Unidos que ha encontrado justamente en ello el caballito de batalla para combatir al gobierno. ¿Tiene alguna validez esta creencia?

Es una pregunta difícil de responder cuando uno no tiene elementos como hacerlo categóricamente. Y se lo digo yo que he sufrido cuando fui presidente de la república, comentarios de presunciones, de interpretaciones que, evidentemente, no respondían a la realidad. Si tengo que responder con los elementos de juicio a mano que probablemente para los Estados Unidos la oposición que le plantean las regiones a Evo Morales, es una posibilidad de salvar una lógica de democracia que Estados Unidos pretende defender en América Latina. En qué medida eso haya podido ser acompañado de apoyo económico, político, es una posibilidad que no descarto pero carezco de elementos para responder categóricamente.

Volviendo al comienzo de nuestra conversación, decía yo que el planteamiento central de su comentario estaba basado en la necesidad de diálogo. ¿Deberían hacer algo las naciones latinoamericanas para ayudar a esta posibilidad?

Lo ideal, obviamente, es que el país pueda resolver sus problemas por si sólo, y encontrar un diálogo con buena fe para obtener resultados que a mi parecen muy fáciles de definir. Lo que Bolivia requiere es recuperar institucionalidad con una elección transparente, sin reparto de los partidos que tienen representación parlamentaria del Tribunal Constitucional; una reestructuración completa de la Corte Nacional Electoral y las Cortes de cada uno de los nueve departamentos; y un compromiso de revisar la Constitución, incluyendo las demandas autonómicas, y reafirmando el proceso de inclusión con las correcciones vinculadas al tema de justicia comunitaria, no para eliminarlas sino para darle un sentido consistente. Estos dos pasos, reinstitucionalización y del texto constitucional tiene que completarse con uno fundamental sin el cual Bolivia se va a hundir, y no me refiero a dividirse o a ir a una guerra civil, sino de seguir en esta locura de descontrol total que es el seguir alimentando a minorías eficientes que tanto de la oposición como del gobierno están realmente convertidas en un cáncer en Bolivia desde hace ocho años. Quienes hacen huelga, manifestaciones, bloqueos, ultimátum, todos los días. Y por cierto en eso el presidente Morales ha tenido una gran responsabilidad. Él no se dio cuenta cuando estaba en la oposición esta práctica que se convirtió en una especie de enfermedad crónica, la iba a padecer él mismo. Dicho esto, da la impresión de que es necesario la participación de los países latinoamericanos, y probablemente de un triángulo que no debe descartarse, la posibilidad de un delegado directo de Naciones Unidas, uno de la Unión Europea, y un delegado directo de la Organización de Estados Americanos que hagan un triángulo para iniciar un diálogo, de bajo perfil, para plantear la posibilidad de una mediación razonable, y para plantear las bases de una discusión que acepten las partes, pero no en el ámbito mediático, porque el error que se ha cometido hasta ahora es la gran publicidad y, lamentablemente, los medios de comunicación en Bolivia no están contribuyendo al acuerdo, porque los medios son parte de esta batalla en la que están enquistado un país demasiado polarizado.

Habla Ud. de la dependencia sicológica de Fidel Castro y Hugo Chávez. ¿Cuán importante es este aspecto?

Si, porque tiene dos componentes, Uno genuino. Creo que, en efecto, el presidente Morales tiene una identificación real, desde un punto de vista de conceptos con el presidente Chávez y el presidente Castro. Lo cual podría ser una buena noticia pero no necesariamente lo es hoy día, porque esa vinculación emocional y de ideas está basada además en que él siente que Fidel Castro es una especie de icono intocable, que él sigue de manera ciega, y el presidente Chávez es directamente su mentor. No estoy en contra de esa identificación, siempre y cuando estuviese planteada en los términos de equilibrio que cualquier nación independiente debe tener, Si el presidente Morales demanda dignidad y ha sido tan duro con los Estados Unidos, y ha recuperado la idea de ser un, interlocutor que prescinde de las diferencias de tamaño, no hace lo propio con Venezuela. En el caso de Venezuela el problema de la dignidad no se analiza en igualdad de condiciones. El presidente está rodeado de seguridad venezolana, vuela en helicópteros venezolanos, con pilotos venezolanos, y lo mas grave, recibe dinero de bolsillo a bolsillo del presidente Chávez que se utiliza discrecionalmente, sin control del congreso nacional, sin aprobación en el presupuesto nacional, y además está la política exterior boliviana, obviamente, supeditada a la política exterior venezolana. Y ahí si creo no se puede aceptar una lógica de esta naturaleza. El presidente Morales tiene que recomponer su relación con Venezuela, sin que esto implique, por supuesto, distanciarse para amigarse con los Estados Unidos, sino, simplemente, dignidad tanto para Washington como para Caracas.
Fuente: informarn.nl
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