viernes, 3 de octubre de 2008

Antesala de la guerra civil

Si no existe estrategia autonomista para enfrentar el libreto totalitario del gobierno, ¿intervendrán para evitar el desastre? De otra suerte, puede que la próxima fase sea de resistencia pasiva y sabotaje en las regiones autonómicas sojuzgadas: antesala de guerra civil abierta. ¿Será la hora?

En los luctuosos eventos en Pando llamó a la desconfianza la rapidez en que la tragedia se trocó en propaganda gobiernista. ¡Que coincidencia estar en lugar y hora precisos con cámara en mano, filmando a quienes nadaban en el río mientras arreciaba la fusilería! Hoy caen las primeras gotas de lo que será aguacero de evidencia que mojará la pólvora de la torcida historia oficial.

Para asaltar la Prefectura de Cobija, ¿se reclutaron desempleados en Riberalta con bono de Bs 200 por nuca? ¿Repartieron rifles y municiones en la quinta de golondrino ahora masista? Como El Alto a La Paz y el Plan Tres Mil a Santa Cruz, Filadelfia fue base de asedio a Cobija, con debut caribeño de los que no están en el país para curar ojos, sino para vaciarlos.

Marcharon los que ayer eran milicianos y hoy movimientos sociales. En Porvenir se derramó la primera sangre. Victoria de los paramilitares. Enterados los cobijeños, desvalijaron tienda de armas y se enfrentaron a los asaltantes de la Prefectura, culminando en cacería de patos en el río Tahuamanu. Victoria de los autonomistas. Luego vino el tableteo de ametralladora de la seguidilla de atropellos a la ley en el secuestro del prefecto Fernández, coreada por voces patibularias de adeptos ignorantes o que se pasan el debido proceso por las cachinas. Patada al tablero del gobierno.

En este contexto vadeaba la rigurosa historia que Robert Brockmann desgrana en su El general y sus presidentes, y encontré una pepita de oro. Una que destaca "los clamores del romance nunca consumado del país con la guerra civil". Si bien se refería a pataleos para jaquear otro prorroguismo, en el momento actual plantea si una vez más se dará retro al desastre. Dos conclusiones y una pregunta. Por demás cierto es que la anomia social priva al país de progreso con la requerida estabilidad política. Evidente es que los "movimientos sociales" son perros de presa obedientes al amo gobiernista, a su vez culpable de la regresiva crisis permanente. ¿Será cierto que los bolivianos caminamos hasta el borde del abismo de la guerra civil, y luego damos un paso atrás? Es válido razonar que el actual estado de crisis es provocado dentro una deliberada estrategia. Una que mezcla pose de "después de mí, el diluvio" con revolución permanente trotskista, para embutir cambios de acuerdo a visión etnocéntrica, centralista y autocrática. Advierto que los últimos eventos en Bolivia son parte de libreto que se sigue meticulosamente, que no quiere decir que te enchufen algo por la parte posterior, aunque tal pueda ser su resultado final.

Como tigre cebado en carne humana que no se priva de acecharla una y otra vez, las bestias del régimen han degustado que se pueden salir con la suya atropellando leyes y prácticas democráticas. Después del fracaso de obtener 2/3 de constituyentes en las urnas, apelaron a la lengua bifurcada que hoy dice una cosa y mañana otra, acoplada al chantaje de sus montoneras aleccionadas.

Primero fueron útiles para alumbrar la llamada Constitución de La Glorieta, después aclamada por levantamanos en Oruro. Luego, antes de enfriarse palmas calientes de aplaudir la seguidilla de triunfos en referendos autonómicos, vino un Revocatorio sospechoso de luz verde por talegazos que torcieron votos opositores. Aparte de lograr lo que no obtuvieron con la piromanía en el asalto de la Prefectura de Cochabamba, el 67% a favor de Evo, a tiempo de nublar las victorias de los prefectos autonómicos, tapujó que un 20% de votos fue fraudulento.

El régimen cree en sus propias mentiras y mistifica heroicidades con propaganda. Tal fue la palanca de apoyo para los atropellos de Pando, el más débil de los autonómicos, por lo tanto ideal para testear táctica de copamiento. Hoy solo quedan tres departamentos autónomos. El Beni es nación de pueblos y mis paisanos son gente aguerrida, ya demostrado en Trinidad y Riberalta, lo que inviabiliza la toma de la capital para reducirlos. Los chapacos están lejos y unidos, si no cunde el virus de Yacuiba que algún jetón disfraza de autonomía regional.

Queda entonces la presa mayor, hace rato bajo asedio: Santa Cruz. Invasión aleccionada de tierras y áreas protegidas. Prohibición de exportar sus productos y control de precios. Sequía de ayuda para desastres naturales que parecieran confabulados con el gobierno. Cierre del flujo de diesel requerido por la agroindustria cruceña. Propagación del virus de prejuicio regionalista. Pústulas bloqueadoras en áreas de colonos en Yapacaní y San Julián. Bastión de asedio gobiernista en el Plan Tres Mil.

¿Qué tal si el llamado diálogo en Cochabamba es mera distracción? Amenazar con cerco a días de terminada la FEXPO sugiere que anularán el ímpetu autonomista atacando la yugular cruceña. Las hordas confluirán a la plaza y atacarán Prefectura y Comité Cívico. Alguno vaciará su arma en los vándalos y se encenderá la hoguera. Se dictará estado de sitio y apresarán cabecillas autonómicos. Ocuparán la ciudad con soldados del occidente. Una comisión de Unasur indagará la leyenda negra de distorsión de los hechos.

Encima, cerco a Sucre. Otra turba presionará al Congreso en La Paz para aprobar su Constitución trucha: su porrista es el mismísimo Presidente. La invitación de Evo Morales a Rubén Costas y a Mario Cossío, por separado, evoca la táctica napoleónica de dividir para derrotar.

Dicen que fue el enviado chileno de Unasur, quien propició que el régimen afloje dogal chantajista de turbas cercando en víspera de la efeméride de Santa Cruz. Si no existe estrategia autonomista para enfrentar el libreto totalitario del gobierno, ¿intervendrán para evitar el desastre? De otra suerte, puede que la próxima fase sea de resistencia pasiva y sabotaje en las regiones autonómicas sojuzgadas: antesala de guerra civil abierta. ¿Será la hora?
Por: Winston Estremadoiro
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