En la noche del domingo 5 de octubre terminó el diálogo sin la firma de un acuerdo por el cual tanto había presionado el presidente Evo Morales. Una vez más el gobierno se sentó en la mesa sin la intención de ceder ni un milímetro en sus pretensiones de imposición. La propuesta de los prefectos opositores, que fue rechazada por Evo, incluían una auditoría integral del Padrón Electoral, Programa de Carnetización y Registro Civil antes de celebrarse cualquier votación (para que esta vez no voten los muertos) y que las diferencias entre las partes sean resueltas en los escenarios democráticos establecidos por ley, es decir, que el gobierno no traslade a la calle sus intenciones y que no se den las presiones "sociales" a regiones, ciudades y congreso para evitar enfrentemientos entre ciudadanos. Esta "Declaración por la democracia y la pacificación nacional" fue firmada por los prefectos de Tarija, Mario Cossío; Santa Cruz, Rubén Costas; Chuquisaca, Savina Cuéllar; y Beni, Ernesto Suárez. Pero el gobierno no estuvo de acuerdo ni con estos razonables puntos.
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Lo de Cochabamba era previsible
Esto era absolutamente previsible por dos razones. La primera, por todo el proceso constituyente, sobre todo desde el momento en que el MAS empezó a forzar las cosas por no llegar a acuerdos y llevó el problema a Sucre con muertos, y luego a Oruro, y después aprobó por su propia cuenta y riesgo el asunto.
Ese momento ya estaba claro que la oposición no iba a aceptar, porque es una oposición bien organizada y tiene derecho y capacidad de veto. Ha creado sus mecanismos de resistencia y de forzamiento de la situación en respuesta a lo que el MAS había hecho en la Asamblea Constituyente.
Lo que ha ocurrido ayer era absolutamente previsible sabiendo los antecedentes. Sería demasiado ingenuo suponer que conociéndolos uno iba a alegrarse demasiado con este diálogo.
Lo que ha pasado en Cochabamba implica que a pesar de que puedan darse algunos acuerdos, todos se dan cuenta de que el problema está en la propuesta constitucional del MAS, donde se elimina la existencia de la nación boliviana y se reconoce la de otras naciones.
Más allá del IDH y autonomías, que han sido caballitos de resistencia de la oposición, el problema medular es el tema de la constituyente, y como no pueden ponerse de acuerdo en este proceso (…) han pasado ahora la pelotita el Congreso.
Yo dudo de que en el Congreso se pongan de acuerdo, porque el MAS para cualquier cambio necesita dos tercios, y esto significa negociar con la oposición y negociar con la oposición significa ceder y el MAS no quiere ceder. Entonces, si no quiere ceder es poco probable que en el Parlamento se pongan de acuerdo.
Ahora el MAS puede hacer una movida ilegal, como por ejemplo sesionar con los suplentes. Pero igual lo que va a hacer es trasladar la bolita del problema un poco más adelante pero no lo va a resolver.
El tema central es que ambos deben ceder, (pero) el MAS cree que tiene suficiente fuerza, sobre todo después del referéndum revocatorio, para aplastar a la oposición y no ceder en nada. No se da cuenta de que a pesar de que tiene una oposición disminuida, está bien organizada, tiene anclaje regional y tiene esto que en sociología política se llama capacidad de veto, y que por lo tanto no va a ceder.
Por: Carlos Hugo Laruta
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