viernes, 17 de octubre de 2008

El diálogo ido…

Por fin una clara señal. Ahora se sabe con certeza por qué la desesperación del presidente y de otros oficialistas. Están ansiosos de decidir, de una buena vez, la extensión de su permanencia en el gobierno por el mayor tiempo posible, usando cualquier medio.

Evo Morales, que asumió la presidencia en enero de 2006, no ha sido capaz de esperar el resultado del diálogo de Cochabamba –aunque sabía que no cedería en nada, y que ese encuentro terminaría en el fracaso- y, un día antes del término de ese encuentro, en un discurso en el que arreciaron sus acusaciones que llegaron al insulto, se autoproclamó ante una muchedumbre de sus seguidores como candidato a la reelección presidencial, según lo permitiría el proyecto del Movimiento al Socialismo de constitución y que atropelladamente desea imponer.

Ahora si se entiende la resistencia del presidente y sus acólitos a permitir una auditoria del padrón electoral, ya deformado, y listo para un nuevo fraude que asegure la reelección de Evo Morales en elecciones anticipadas el próximo año y, luego, por otro período, en un desaforado afán de prolongar hasta el máximo posible su permanencia en la presidencia.

Evo Morales no sólo emula a Chávez, sino que se regodea con el título de Su Excelencia y con el disfraz que le diseñó doña Beatriz.

Seguramente calcula: de 2009 a 2014 y después, con el nuevo remedo de constitución, aspirará a una nueva reelección, es decir que quiere quedarse aun más, hasta 2019. ¡Vaya gustito!

Por supuesto que esto no debe sorprender a nadie que esté enterado que habrá fraude, como el del 10 de agosto pasado. Y aún más, que se atropellará impunemente con “le meto no más” cuando algo está contra la ley. Hay fruición en esta conducta autoritaria. ¿Será una revancha o una faceta poco advertida en el presidente? En realidad eso no importa. Aun en el exterior –incluyendo a las señoras Bachelet y Fernández de Kirchner- se han esforzado en seguir apoyando a Hugo Chávez con extraño fervor, y mencionar al gobierno “democrático” del MAS. Estas damas de la “legalidad”, no han vacilado, primero, en enviar a un ex Canciller chileno que, con tono melifluo, de entrada nomás apoyó las tropelías antidemocráticas de Evo, y la otra señora, agobiada por los problemas de los maletines venezolanos, pensando en “qué le hace una raya más al tigre”, pidió que se encargara de las investigaciones de los hechos luctuosos en Pando, Bolivia, a un extremista conocido del ERP.

Con este el entorno internacional de UNASUR, Evo Morales, se va a animar a todo, inclusive a afirmar que es demócrata, forzando su reelección, tras otra reelección, aunque esto rompa la regla de oro –por supuesto que no es regla de su adefesio de proyecto de constitución- o sea la alternabilidad en el poder.

Las mayorías siempre son circunstanciales, siempre cambian. Por temor, en el MAS ya está lista la maniobra: la presunta mayoría actual del presidente, si cambiara, pero será repuesta con el fraude, con el padrón electoral deformado (se dice que en un 30%).

Pero no es solamente es malo que se niegue la alternabilidad mediante la maniobra. También es grave que, si en estos dos años y nueve meses el país ha sufrido todo tipo de males: inflación, nacionalizaciones “truchas”, amenazas cotidianas, parlamentarios agresivos, ataques con muertos, como en Sucre y Cochabamba que quedaron impunes, ¿qué podría pasar en los todavía once años que faltan para el 2019? Porque la esperanza que siempre se abriga es que, un gobierno fallido, se pueda reemplazar por las urnas, pero éstas, en Bolivia, están ya repletas de votos fantasmas para Evo, o para quien se sienta heredero del autócrata.
Lo anterior, que parece una mala historieta, ya pasó en Venezuela, donde la riqueza de ese país aún no se ha agotado en estos desgraciados diez años del gobierno de Chávez y, al parecer, es el origen de su permanencia en el poder. Pero, ¿será igual en Bolivia?
por Marcelo Ostria Trigo (Perfil)
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