miércoles, 1 de octubre de 2008

“Los militares me golpearon sin piedad”

Mirtha Sosa Chalar, quien dirigía a la Policía en Porvenir, cuenta —con lágrimas de dolor y bronca— el horror, los insultos y las amenazas que sufrió en el confinamiento.

La suboficial Mirtha Sosa Chalar, quien dirigía a la Policía en Porvenir, fue detenida y confinada tras los sucesos del 11 de septiembre, que dejaron al menos una decena de muertos. No sabe por qué la detuvieron, pero en esta entrevista cuenta el horror que vivió en manos de los militares; los golpes, los abusos y los insultos que soportó.

Revela que tras un motín policial en Cobija, al llegar a La Paz fue trasladada al hospital policial Virgen de Copacabana.

¿Cómo la arrestaron?
Yo dormía. El pueblo estaba tranquilo (habla de la noche del domingo 15 de septiembre). Me entré a descansar, estaba sola en la posta policial. Más o menos a las 3.00 (del lunes) sentí que pateaban la puerta.

¿Y se acercó a la puerta?
Pensé que eran camaradas que venían para ocupar la celda, por algún caso. Nunca me imaginé que eran los militares.

Cuando abrí la puerta, ahí nomás me tiraron al piso, y empezaron a golpearme el cuerpo, me pateaban sin piedad. Intenté levantarme, les decía que estaban equivocados, me identifiqué. Pero nada.

Y respondieron: ´¡Paca de mierda, te voy a violar, con vos es que quiero desgraciada!, ¡matadora de gente, paca de mierda!´, así, de esa manera insultaban.

(Mientras relata lo sucedido, la voz se le corta, sus ojos se llenan de lágrimas, las manos le tiemblan. Entonces sigue)

No era por un asunto político, era a mí, y me atacaban como policía, ellos sabían que lo era. De ahí, me empezaron a golpear en el piso. No podía ver quiénes eran. Cogieron mi ropa, tiraron mis uniformes, los pisaban, por el hecho solamente de ser policía. Uno me tomaba de los cabellos y me tiraba al piso, otro me sonaba para evitar que me levantara. Apenas pude alzar mis zapatos, otra vez me golpearon, me amarraron las manos, ni me dejaron ponérmelos. ´¡Cállese, paca de mierda!, ¡los policías son unos pícaros, unos ladrones, corruptos!´. Preferí el silencio, me dieron culatazos en la barriga.

(Detiene su relato, y con un gesto de dolor y de bronca dirige su mano derecha hacia el estómago).

Cuando yo llegué acá, orinaba sangre en la clínica (Virgen de Copacabana). Tengo certificado del médico forense de lo que me han hecho. Me golpearon, me hablaron groserías, soy una mujer de 49 años...

(Para, llora con desesperación y la bronca la invade).

Me han estropeado, me han humillado, que si no me tiraban, porque ellos estaban arrechos. Muchos me dijeron ´callate Mirtha´, pero yo hablo, y hablo porque ya no puedo más. Todo lo que me hicieron lo siento en carne propia, no puedo dormir en las noches. Me duele, tenía miedo de ir al baño, no había una mujer para que me acompañe. Era la única, tenía miedo de ir, porque tenía miedo de ser violada en los baños. Sólo cuando un oficial del oriente habló, a él le pedí que quería ir al baño. Rogué que se desamarre, le dije que dolía. No quiso. No podía ni hablar...

¿Dónde la llevaron?
Me detuvieron y me tiraron como si fuera un costal de papas en un camión, encima de otra gente. Esas personas estaban vivas. Me quedé torcida. Me amarraron una polera en la cara, mis pies atados, adolorida, me faltaba aire. Pedí que me soltaran un poco por lo menos por mi condición de mujer. Y repetían: ´¡Cállese, paca de mierda!, ¡los odiamos a los pacos!´. Se expresaban solamente porque soy policía, nada más, no porque mi marido es consejero. Los militares me maltrataron porque soy policía.

Pregunté por qué me confinaron, eso nadie me responde, ni mis comandantes. ¿Por qué me confinaron?, ¿por cumplir con mi obligación?, ¿por informarle al coronel Silvio Magarzo, comandante en Pando?... 31 años de servicio en Cobija y he cumplido, todo el mundo me conoce en Cobija quién soy.

¿Dónde la llevaron?
En ese vehículo andamos por lugares fangosos, no era asfalto. Disparaban, sonaban sus balas, no sabemos dónde estábamos. Estábamos todos con los rostros tapados. Sería las seis de la mañana, supe que estaba en el aeropuerto. No paraba de llorar. Vi que metieron más gente después. Habilitaron una especie de celda. El piso tenía plastoformo y sonaba. Entonces nos decían: ´Sigan moviéndose y los matamos. Vamos a gasificarlos´. Cargaban las armas, eso me retumba en la mente. Sonó el celular de un señor que estaba a mi lado y lo curtieron a patadas. Sentí cómo lo pateaban. Luego nos fotografiaron, estábamos amordazados. Éramos 11.

¿Cómo los trajeron?
A las 18.30, más o menos, nos trajeron. Pero la espera fue larga. Los oficiales hablaban: ´Estoy arrecho, me la tiraría a esta paca de mierda...´. Ni un poco de respeto. Y en el avión, cuando veníamos a La Paz, eso era desesperante. Nos decían que nos iban a echar en pleno vuelo. Ay Dios mío, yo pensaba en mi familia, pensaba que no iba a salir con vida.

Fue terrible, realmente no se lo deseo a nadie.

¿Al llegar la soltaron?
Cuando llegamos a El Alto me subieron a un camión, seguro era del Ejército. Tiempo después escuché que alguien me llamó. Me paré y un militar me hizo sentar a golpes. Pero pasó un tiempo y un teniente (de Policía) me sacó, y me llevaron a la clínica policial. Después me enteré de que hubo un motín en Cobija, cuando se enteraron que me habían detenido.

¿Qué le dijeron los médicos?
Primero me dijeron que estaba mal de los nervios, hasta el día que me asusté cuando oriné sangre. Le mostré al doctor y me dijo que iba a hacerme una ecografía. Nunca lo hicieron, me dieron de alta y salí.

Encima, ahora dicen que tengo un proceso en la Policía. No lo puedo creer. ¡Usted, mi general (se dirige a Miguel Gemio, comandante de la Policía), debería velar por nosotros!, ¡no es justo!, ¿qué hizo usted?, ¿por qué me desamparó?, ¡nada hizo por mí! Si mis camaradas no se amotinaban, no me hubiesen sacado de ahí. Hubo un motín y eso fue lo que me salvó.

“ ¡Con vos es que quiero desgraciada!, ¡los odiamos a los pacos!, ¡estoy arrecho, me la tiraría...!´, fueron los insultos que soportó ”

Fuente

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