martes, 14 de octubre de 2008

La prensa libre ha muerto



Periodista, comentarista, productor de televisión, conductor de televisión, maestro, activista, terrorista, son algunas de las activididades que se le atribuyen a Jorge Melgar Quete. Lo concreto es que desde hace varios años produce y dirige un programa televisivo de comentarios políticos, en el cual, según su hijo, el gobierno ha contratado espacios publicitarios reconociendo implícitamente con este acto su calidad, por lo menos, de productor televisivo.

El secuestro, no puede llamarse de otra manera ya que no es una detención que haya seguido los procedimientos legales habituales, contó con la participación activa de encapuchados, venezolanos, según el relato de sus familiares que cuentan cómo estos uniformados golpearon, maniataron y amordazaron a toda la familia, incluyendo a una bebita de 11 meses de edad a la cual le pusieron cinta adhesiva en la boca para evitar que su llanto sea oído. También cuentan los familiares presentes en el suceso, que hicieron desnudar a Jorge Melgar y se lo llevaron vistiendo la mínima prenda interior.

Consultado el supuesto fiscal de los motivos de la "detención" no supo responder con claridad. Al parecer "no sabía" los motivos por los cuales ordenó su detención. Las acusaciones difieren según a quién se le consulte.

Demás está aclarar que este no es el procedimiento legal en Bolivia contra sospechosos de delitos. Es más, criminales que matan a sangre fría, o guardaespaldas presidenciales que dinamitan canales de televisión gozan de mayores garantías que aquellos que se oponen al gobierno con la palabra.

No es delito no estar afiliado a una entidad periodística ni tampoco lo es ejercer empíricamente labores periodísticas en el país. Lo que sí parece no haberle gustado al gobierno es que Jorge Melgar haya grabado y difundido las imágenes donde el ministro Quintana promete enterrar el prefecto Leopoldo Fernández. También se lo acusa, con campaña mediática pagada por todos los contibuyentes, de haber proferido una amenaza: "A los del gobierno hay que fusilarlos". Palabras desafortunadas, sin duda, pero proporcionales a las que el pueblo opositor escucha de personeros del gobierno. Si Jorge Melgar es secuestrado por tales palabras, similar castigo debería recibir el ministro Quintana por exclamaciones equivalentes, cuando promete convivencia con los gusanos al prefecto de Pando. O mayor castigo debería recibir el propio presidente Evo Morales, que nos enfrenta entre bolivianos, con más de 60 muertos de saldo.

Quién olvida la amenaza pública contra los prefectos opositores proferida por los ponchos rojos, cuando degollaron vivos a unos inofensivos perritos para demostrar lo que le harían a los prefectos. Están presos por tales amenazas? No. Hay algún proceso contra alguien por estas amenazas? No. Todo bien, para este gobierno no es delito amenazar de muerte a los opositores.

Así estamos viviendo, con una ley a conveniencia de los que mandan, donde los que hablan son secuestrados por el gobierno y los que matan están libres y se les rinde honores.

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