viernes, 15 de agosto de 2008

Carta abierta a Eduardo Stein

Señor Stein:

Jefe de la misión de observación electoral de la oea para el referéndum revocatorio del 10 de agosto

Ciertamente no tengo el placer al escribirle. Lo hago sólo porque usted ha venido a Bolivia como jefe de la misión de observadora electoral de la OEA del referendo revocatorio del pasado domingo 10 de agosto. Y, caramba, que le ha hecho daño a la democracia, a la organización internacional y, al final, al pueblo boliviano.

Lo recuerdo como el ex - canciller que se plantó en sus cabales en unas elecciones, cuestionando la validez de esos comicios en que un presidente intentaba un tercer período presidencial. Era, entonces, ex canciller de su país, Guatemala, y, como ahora, un político desempleado, de los que frecuentemente se refugian en la secretaría general de la OEA, ahora con el favor de José Miguel Insulza, el chileno que compromete, con su sectarismo, a nuestra organización, que no es suya, sino de todos los americanos.

¿A qué vino, señor Stein a Bolivia? Supuestamente a observar si el gobierno de Evo Morales garantizaba una votación limpia y libre; si la corte nacional electoral del chaplinesco Exeni, persistía en su grosera parcialización y si había trampas anticipadas: cédulas de identidad “clonadas”, inflación de electores, inscripción de los muertos. Desde el primer día que usted llegó a Bolivia, mostró su mala fe proclamando que el padrón electoral no tenía problemas, cuando seguramente sabía –no creo que sea tan bobo- que había fundadas denuncias de haber sido distorsionado.

Luego, ya lo vimos procurando atenuar la importancia a las tropelías del oficialismo empeñado en el fraude. Los hallazgos inocultables de los miembros probos de misión de la OEA –claro que los hay, pero no es usted- mostraron que hubo incorrección en el 10 % del referéndum, que en el 32 % de las mesas instaladas hubo caso de restricción del voto –casi un tercio-, que en el 9 % el sufragio no pudo ser secreto, y usted, lamentable Stein, sigue “emperrado” en que rata de dificultades marginales, y, lo peor, que en sus an anuncios esos porcentajes (10%, 9%, 32 %, 11 %) no inciden en los resultados. A su condición de falsario, añade al cinismo. Su frustrada pretensión de ocultar las trampas encontradas por los miembros de su misión es una canallada; esto es propio del que, ante la evidencia, se empecina en la mentira y en la complicidad con el fraude, en este caso faltando el respeto a sus propios colegas.

No creo que deba hacer un recuento de sus dislates, de sus majaderas comparaciones con las prácticas guatemaltecas, de su falsa imparcialidad, de las muestras de su execrable conducta. Pero si voy a mencionar su oportunismo inmoral, cuando sigue, sin respetarse a sí mismo, el guión de Chávez y, por supuesto, de su jefe, el lamentable Insulza.

Señor Stein: no apelo a su conciencia, porque sé que no la tiene, ni a su vergüenza, porque ya la ha perdido, sino a la prudencia porque, tarde o temprano, se paga la inmoralidad.
Sergio P. Luís
Fuente: lahistoriaparalela.com.ar
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