martes, 12 de agosto de 2008

El camino a seguir

Hoy, como nunca antes, el Presidente de la República tiene en sus manos la posibilidad de reconciliar al país; tamaño desafío que será difícil, si no imposible, de llevar a buen término mientras no se reparen las ilegalidades, excesos y omisiones en que ha incurrido el proceso constituyente.

Si hay un resultado indiscutible del referéndum revocatorio realizado el pasado domingo 10 de agosto, ese no es otro que el fortalecimiento político de la gestión del Presidente de la República, por un lado, y de los prefectos de los cuatro departamentos autonómicos, por el otro.

Ese cuadro, que refleja la polarización social y política reinante en el país, es la primera gran interpretación a la que han coincidido en arribar los análisis de la prensa nacional e internacional. Vistas así las cosas, la votación ciudadana del domingo ha resultado siendo -tal y como lo habíamos advertido insistentemente desde este mismo espacio editorial- un ejercicio democrático inútil e infructífero para resolver el denominado "empate catastrófico" que ha conducido a Bolivia a la actual situación de crisis institucional, política y social.

Así, ha quedado demostrado que permanecen enfrentadas dos concepciones antagónicas del manejo del poder; dos visiones de país radicalmente distintas; dos lecturas opuestas de la realidad actual y de los desafíos futuros de la Patria; y en consecuencia, que la Bolivia de occidente, que apostó firmemente por la gestión gubernamental de Evo Morales, y la Bolivia de oriente, que al ratificar a sus prefectos reafirmó su convicción autonomista, mantienen las mismas posiciones irreconciliables que han dividido al país.

En esa misma línea de análisis es que se han pronunciado los observadores y organismos internacionales que han seguido de cerca la consulta del pasado domingo, y no por otra razón la OEA o los delegados del MERCOSUR, sólo por citar algunos, han instado a reanudar el diálogo en Bolivia con el propósito central de compatibilizar el proyecto de texto constitucional del MAS con los estatutos autonómicos aprobados en sendos referendos en los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija.

El propio Presidente de la República, en su primer discurso tras conocerse los resultados del referéndum revocatorio, ha insinuado -aunque todavía tímidamente- que la solución pasaría por "juntar" su proyecto de Constitución Política con el modelo de autonomías departamentales que promueven las regiones de la denominada "Media Luna".

Y es que, en efecto, la votación ciudadana ha demostrado superabundantemente que el país no verá una luz al final del túnel mientras el Gobierno siga empeñado en imponer, de manera unilateral, su propio proyecto político, excluyendo las aspiraciones y expectativas de esa gran parte de Bolivia que no se siente representada con la visión andina y etnocentrista que tiene apoyo predominante en la zona occidental de la geografía nacional.

¿Cuál es, entonces, el camino a seguir si existe una verdadera voluntad de destrabar la compleja situación actual, sin deteriorar irreversiblemente la convivencia pacífica entre bolivianos y garantizando, por entre todas las cosas, la unidad e integridad nacionales?

La primera señal tendría que darla el oficialismo, expresando su voluntar de desandar el camino recorrido en la aprobación de su proyecto de texto constitucional; proyecto que, además de haber violentado las leyes y procedimientos en actual vigencia, está teñido de sangre, luto y violencia.

Los luctuosos sucesos de "noviembre negro" en Sucre, así como las irregulares sesiones de la Asamblea Constituyente en un recinto militar, primero, y en la ciudad de Oruro, después, no son el contexto ideal para el nacimiento de una Carta Magna que tendría que regir la vida y los destinos de la Patria y del conjunto de sus habitantes.

Hoy, como nunca antes, el Presidente de la República tiene en sus manos la posibilidad de reconciliar al país; tamaño desafío que será difícil, si no imposible, de llevar a buen término mientras no se reparen las ilegalidades, excesos y omisiones en que ha incurrido el proceso constituyente.

Fuente: lostiempos.com
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