En Bolivia, la cadena no engrana y el pedaleo se pierde en el vacío. Así cabría resumir el referéndum que acaba de celebrarse allí por la voluntad presidencial de romper el punto muerto en que se encuentra actualmente el dividido país andino.
Los obstáculos legales cierran el paso al empeño de Evo Morales –efusivamente felicitado por Fidel Castro– de establecer un sistema socialista. Son los mayoritarios gobernadores de las regiones autonómicas bolivianas donde residen las riquezas naturales del país quienes, apoyándose en tales obstáculos legales, se resisten al proyecto revolucionario del Gobierno de izquierda dirigido por el sindicalista cocalero.
La insuficiente y limitada victoria de Morales deja las cosas como estaban, puesto que la consulta, a su vez de dudosa legalidad, ratifica también a la mayoría de los gobernadores opuestos a los cambios socialistas del sistema político y económico.
Sin embargo, más allá del estancamiento político y el retroceso económico en que se encuentra varada Bolivia, llama la atención la propia contradictoria naturaleza del proyecto en que insiste el presidente Morales, puesto que lo pretendido es el establecimiento de un sistema socialista de base constitucional; es decir, un régimen de hostilidad hacia la propiedad privada de los bienes de producción que, al propio tiempo, deba consagrar las libertades políticas de los bolivianos.
No sería la primera vez en que la no viabilidad de una fórmula en que el todo democrático de un sistema para las libertades se subordina y se enfrenta a una concepción del poder opuesto a las libertades económicas y a la autonomía política de los agentes sociales lleva su contradictoria esencia al desquiciamiento revolucionario y al subsiguiente golpe militar.
Ese es, justamente, el riesgo que Bolivia debe evitar a todo trance. El golpismo de cualquier condición es incompatible con la libertad política y la libre concertación de los agentes económicos y sociales. Por lo mismo, es la seguridad jurídica en todas sus expresiones la garantía necesaria para el libre y pacífico desarrollo de los pueblos.
De poco servirán a los bolivianos las riquezas naturales de su país si para la explotación de las mismas no concurren los necesarios requisitos de seguridad jurídica. Algo a lo que es confesadamente alérgico el presidente Morales.
Fuente: expansion.com
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