Tal como se había previsto, el Revocatorio no ha desempantanado la situación política de Bolivia, y más bien ha marcado y radicalizado aún más la polarización que sabemos que existe en el país y que lo fractura en el eje de la media luna ascendente que ha vuelto a confirmar el proyecto autonómico y el eje estatista adscripto al proyecto indigenista comunitario de Evo Morales.
Más allá del resultado de tres prefectos revocados, lo cual no deja de ser una situación coyuntural, puesto que estas prefecturas tendrán que pasar por un proceso eleccionario en el que pueden haber nuevamente un voto local territorial disidente al Mas, y del alto porcentaje de votación reconfirmatoria para los que se quedan en sus cargos, que supera ostensiblemente a las votaciones que obtuvieron cada una de estas autoridades cuando fueron electas en el año 2005, lo único que prueba el revocatorio es que Bolivia está cada día más dividida y que no se curará en salud a menos que no haya una lectura adecuado de lo que dice el voto, lectura que sin duda va más allá de las cifras alcanzadas e incluso, en muchos casos, más allá de los actores en cuestión.
Aunque el Referendum no resolvió por acción del voto un desempate, no debemos dejar de considerar que las cifras que han dado la ratificación o revocación de las autoridades o proyectos que fueron puestos en cuestión no son un dato de estadística pura, sino un mensaje que tendría que ser interpretado de manera adecuada, puesto que este termómetro nos diagnostica claramente que el desempate por el voto, no está todavía ni siquiera cerca y que en realidad, si seguimos los datos que hemos obtenido, no habrá desempate a menos que se quiera hacer con uso de la fuerza y violencia, o a menos que se trate de escamotearle al pueblo la decisión que ha emitido en las urnas con medidas que no traduzcan adecuadamente lo que ha definido el soberano.
Sin duda, el revocatorio tiene muchas posibles lecturas y tratará de ser interpretado de la manera que más le convenza o convenga a los actores y proyectos en cuestión; pero más allá de esta tentación podemos afirmar que a nivel nacional nos encontramos con una reconfirmación del empate entre dos proyectos que siguen afirmando la férrea decisión de exigir dos proyectos de país y que hasta el momento no permiten que el país se funda en un solo proyecto.
La Media luna ascendente, que pese a todo sigue siendo ascendente, se ha jugado por las autonomías departamentales, exigiendo una vez más a sus representantes que hagan una práctica de este mandato, lo que implicaría ejecutar los Estatutos para vivir dentro de un marco democrático, liberal y garantista de libertades y derechos fundamentales.
La Bolivia que sigue al MAS y al gobierno actual vuelve a ratificar su vocación centralista, estatista y ahora comunitaria e indigenista.
Los dos proyectos son como el agua y el aceite, no se pueden juntar, no se pueden mezclar al menos que la dirigencia pretenda desoír el mandato de sus respectivos electores.
Aquí se jugarán decisiones, fortalezas, manejo discursivo y acciones reales, no se pueden seguir tirando salvas y usando hasta el agotamientos símbolos. Entramos a cumplir aquello que dicen los que saben de cómo se resuelven las crisis agudas que tienden a hacerse crónicas, que la guerra es la continuación de la política por otros medios o viceversa, depende de cuanto quieran ceder unos y otros actores que han sido conminados por sus respectivos mandantes a no ceder en la esencia y estructura de proyectos que se estructuran como incompatibles.
Entre los discursos de los respectivos festejos escuché hablar por ahí, entre los autonomístas, de la derecha facista, pero se debe recalcar que también la izquierda que se profesa ahora es igualmente fascista. Cuidado, amigos, no es cuestión de hacerse los del centro para negociar por comodidad y no quedar en nada, vaciar la autonomía de su contenido que es democrático, liberal y que exige libre emprendimiento, respeto a la propiedad privada a los derechos y libertades, cuidando lo social, exigiendo también lo social pero sin perder el marco de una democracia liberal con contenido social. Los representantes que el pueblo ha ratificado como destinatarios de su confianza. como representantes y actores activos, servidores públicos y garantes del proyecto democrático autonomista, no pueden equivocarse, porque el proyecto está claramente delineado y estructuralmente definido y no puede ser negociado ni pactado al punto de vaciarlo de sentido.
Desde este lado, somos testigos que los pueblos autonomistas han sido claros en su definición.
Fuente: analitica.com
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